Autor: Jesucita Peters S.
“La esperanza” es un
estado de ánimo optimista basado en la expectativa de resultados favorables
relacionados a eventos o circunstancias de la propia vida o el mundo en su
conjunto.
“La esperanza”
para mi es una razón de vida, que me motoriza hacia la búsqueda de
mejores circunstancias de ese aquí y ahora que puede proyectarse hacia el
futuro.
“La esperanza” es esperar, que lo que ha de venir
será mejor que lo que vivo actualmente, pero me hace reflexionar sobre los
aspectos que imagino debo mejorar como persona en mi ámbito relacional en
función de los distintos roles que puedo desempeñar: como amiga, madre, docente, acompañante, tía, ciudadano,
etc. para que eso que espero realmente llegue de la mejor manera a mi vida.
Quizás, el decir que es una razón de vida, es porque si no tengo esperanza no me proyecto hacia el futuro como algo
sólido que me guía hacia lo que deseo, mi esperanza está más asociada a la
acción de consolidar ese sueño que percibo como algo
deseado pero que no puedo dejarlo en manos de otro para que llegue a mí, en tal
sentido, si hago un recuento de mi vida podría decir que la esperanza siempre
ha estado en ese sueño de siempre
procurar algo mejor, aunque no siempre
el resultado haya estado asociado a lo que esperaba.
“La esperanza” para el ser humano por lo general
está asociado a algo positivo, dicho
popular “No hay que perder la esperanza”,
“La esperanza es lo último que se
pierde” porque para muchos, que no es mi caso, es dejar que el tiempo y las
manos de terceros gestionen para que mejore lo esperado.
Ahora asociando la esperanza a mis emociones siempre tengo la
esperanza de reír, compartir, amar, disfrutar al máximo los momentos que me da
la vida por insignificantes que estos parezcan, pero que me hacen sentir plena
en todos los ámbitos de mi vida.
Si me voy al plano religioso, la esperanza está asociada a la
voluntad divina, está en manos de un orden superior de que habrá un lugar mejor en la eternidad donde iremos al no estar en este plano, se convierte en
rector conductual de mí peregrinar por este mundo y me conduce con rectitud y
honestidad, valores cultivados desde mi ámbito familiar.
“La
esperanza” me motoriza
en función de mis afectos que en los actuales momentos están tan lejos y tan
cerca en mis pensamientos que implica añoranza, idealización de esos momentos
pasados de compartir, reír, discutir, abrazarnos, sencillamente amarnos ; que sería de mi si no
esperara volverlos a vivir, no lo sé.
“La esperanza” de que me hijas me den nietos, de
poderlos acariciar y consentir me llenan de infinito amor por dar, cosa que ya
espero con ansias en estos momentos de mi vida.
“Esperanzas” de poder contribuir en mi ámbito de
acción por mejorar de manera positiva la
sociedad y mi entorno cercano.
“La
esperanza” de tener un
mejor país en lo económico, social, político y familiar y que hacer para
lograrlo, siempre con pies en tierra contribuyendo con mi granito de arena.
Al reflexionar sobre la esperanza me surge un elemento que no
puedo dejar de lado en estos momentos del país que nos tiene tan movidos y es
la “Desesperanza Aprendida”, que no
es más que la perdida de la motivación para alcanzar eso que imaginamos y
soñamos, es quizás decir, para que lo voy hacer si los resultados serán los
mismos, es mirar ese futuro o lo que deseamos sin posibilidad de que podamos
influir en el resultado esperado, pienso que en nosotros está el inyectarnos de
optimismo a pesar de las circunstancias, nosotros somos los agentes de cambio
de nuestra propia existencia y gestionar todo lo que está a nuestro alcance
para alcanzar nuestros sueños, rodeándonos
de esos espacios de experiencias positivas que nos nutran y generen en nosotros las ansias de vivir y disfrutar todos los aspectos
de la vida que nosotros debemos construir para nuestro beneplácito, pienso que
si tenemos esto en mente no habrá situación adversa por más frustrante que sea
que no nos permita ver ese huequito de esperanza para cambiarla en nuestro entorno cercano .
¡La
Esperanza palabra Hermosa de Vida!
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