sábado, 6 de octubre de 2018

SIN PASIÓN... ¡NI EL FÚTBOL ES EMOCIONANTE!


Soy aficionado al fútbol, pero de esos de televisión, como muchos venezolanos, que solo se acuerdan del balompié cuando se acerca el mundial. Hace algunos años asistí a un seminario comercial en Belo Horizonte y los organizadores programaron llevarnos al juego que ese fin de semana protagonizarían Fluminense de Río contra el equipo local. El partido se mantuvo empatado  y fue a finales del segundo tiempo cuando una jugada por parte del Fluminense culminó en gol. Los aficionados de Río sentían alegría y los de Belo Horizonte estaban tristes. En mi caso, que me daba lo mismo quién ganase, no sentí ni lo uno ni lo otro.
Había sido mi primera asistencia a un juego de fútbol, y nada más y nada menos que en Brasil, en donde ese deporte es una religión. Por supuesto que me divertí y la pasé bien con los amigos, pero con relación al juego propiamente dicho, no había sentido la emoción que esperaba, por momentos hasta me pareció largo y tedioso.  Muchísimos partidos que había visto por televisión habían sido para mí mucho más emocionantes. 
Mi cabeza me había estado dando vuelta buscando algo que me había hecho falta en el transcurso del juego. Casi me estaba durmiendo cuando lo encontré: ¡Claro, la repetición!  Como aficionado al fútbol de televisión me había acostumbrado a esperar la repetición, eso que nos permite revivir la jugada en cámara lenta y desde diferentes ángulos. El gol prácticamente ni lo vi, esperándola. La experiencia me enseñó que "En la vida real no hay repetición", hay que estar atento y vivir el momento.
La ausencia de emoción también la atribuí a que no sentía inclinación por ninguno de los dos equipos que se enfrentaban. Me daba lo mismo que ganase cualquiera de los dos, y "Nunca es lo mismo cuando te da lo mismo". ¡Qué distinto si hubiese jugado la vinotinto!
Así ocurre muchas veces en nuestras vidas, si no sentimos interés y pasión por lo que hacemos, difícilmente nos emocionará. Lo mejor para alcanzar satisfacción y placer en cualquier actividad que desarrollemos es hacer uso de nuestros talentos y fortalezas, esos dones con los cuales hemos sido bendecidos. Todos tenemos algún talento, aunque muchas veces ni nosotros mismo lo vemos, algo así como las estrellas que durante el día no se ven, pero no quiere decir que no existan, siempre están allí.

Tenemos que  identificar cuáles son esos dones, que es lo que mejor sabemos hacer y nos satisface, y si podemos aplicarlo al trabajo diario ¡mucho mejor! En una oportunidad, dictando un taller, pedí a los asistentes pensaran en que eran buenos y que era lo que más disfrutaban en su trabajo. Una señora que se desempeñaba en el departamento de finanzas dijo que ella disfrutaba los cierres contables y fiscales. Muchos rieron al escuchar aquello, y un compañero de trabajo de la señora me dijo en voz baja, casi al oído: "Creo que su mayor satisfacción la alcanza cuando nos persigue y nos presiona para que le entreguemos los resultados a tiempo". Independientemente del comentario, la revelación de la señora demuestra que de las cosas menos esperadas podemos extraer satisfacción cuando se está comprometido con lo que se hace, cuando no nos es indiferente el resultado y hacemos un esfuerzo para alcanzarlo. 

Son innumerables los talentos o dones que nos pueden llevar a realizar las actividades con pasión. Los podemos conseguir en un pasatiempo: la jardinería, la cocina. Puede ser en las artes: la música, la lectura, la escritura, la pintura, la fotografía. Sus amigos pueden observar que usted es bueno en su trabajo dirigiendo equipos, en liderazgo, resolviendo conflictos, organizando grupos o dirigiéndose a un público. Le reconocen que es usted amable y tiene buen sentido de humor. Puede conseguirse en esa necesidad de trascender espiritualmente, en la amistad, en el amor, el estudio, visitando un museo, asistiendo a un concierto, participando en un voluntariado  o viajando.

En todo caso, cualquiera que sea la actividad que emprendamos, tenemos que hacerlo con buena disposición, con interés, y las probabilidades de desarrollar emociones serán mayores. Hay que encontrarle pasión a lo que hacemos, de lo contrario el tiempo se nos hará largo y tedioso como mi partido de fútbol en Belo Horizonte. Cuando no hay pasión, ¡Ni siquiera el fútbol es emocionante!

Lionel Álvarez Ibarra
Septiembre 2018


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