Fecha de publicación: 10/10/2019
- ¡Epale
hermanito! ¿Cómo está la vaina?
- ¿Qué
quieres que te diga? Aquí estoy, fastidiado, sin poderme levantar, tú sabes cómo
son estos menesteres. Y tú, hermano ¿Cómo estás?
- ¡Bien
vale! Como siempre, trajinando todo el tiempo, son muchas bocas que tengo que
alimentar ¡Tú sabes cómo tragan tus sobrinos! Pero, tú me conoces, no hay nada
que me baje el ánimo.
- ¡Si
vale, tienes razón! El ánimo siempre hay que mantenerlo para poder volar en
esta vida, como aquel gordito que va caminando por allá, el de lentes y zapatos
naranja. Ese hombre camina todos los días, por lo menos una hora. Siempre lo
veo con la franela empapada de sudor, pero nada que baja de talla. Es posible
que le falta cerrar el pico, pero allí lo ves, no deja de caminar. ¡Eso es
perseverancia!
- ¿Y
no has visto al “Cocoliso”, el que siempre se la pasa corriendo
enfurecidamente?
- ¡Sí
chico! El otro día pasó por delante de mí a toda velocidad, tú sabes, él se
cree que es un carajito. Y luego, más adelante, le escuché gritar y lo vi caer
arrastrándose por el impulso que llevaba. Resulta que se había desgarrado un
músculo de la pierna. A pesar de eso, tuvo su momento de alegría.
- ¿Y
eso por qué? Con ese dolor, hasta el más pintado se pone a llorar.
- ¡Nada
que ver con llorar! Se aguantó cuando vió que lo iba a auxiliar la “Peliroja”
¿La recuerdas?
- ¿La
pechugona?
- ¡Ella
misma!
- ¡Qué
suerte tuvo ese hombre! Esperemos que salga algo bueno de ese encuentro, porque
una vez lo escuché decir que se sentía solo. Y sabes que lo mejor es vivir en
compañía, como hace nuestra especie.
- ¡Coño,
me está dando calambre! ¿Será que me puedo levantar un ratico?
- ¡Qué
no puedes levantarte, carajo! ¿Tú quieres que los huevos se te enfríen?
- ¡En
mala hora le dieron los dolores a mi catira, en este sitio tan incómodo!
- No
te quejes, que a la mía los dolores le dieron cerca del transformador que está
en el poste de la Tercera Transversal con la Primera de Los Palos Grandes. Allí
no podía ni voltearme, porque los cables
de alta tensión los tenía cerca. Y cuando llovía me la pasaba cagao, porque el
bicho a cada rato explotaba. Hasta el día de hoy, sigo pensando que mis hijos son tan
hiperkinéticos por causa de ese magnetismo eléctrico.
- ¡Mira
quienes van allá! El grupo “Medio Milenio”.
- ¿Por
qué “Medio Milenio”?
- ¿No
los ves? ¡Suma las edades para que te des cuenta!
- ¿Te
imaginas las conversaciones de toda esa sabiduría junta?
- Si
se pusieran de acuerdo, tal vez pudiera ser, pero los coños sólo discuten.
- ¡Entiendo!
¿Y no has visto a la Psicóloga de ojos claros? La que trotaba despacio, con una
cachucha puesta.
- No
chico, hace tiempo que no la veo. Sospecho que se fue del país, como muchos.
¿Sabes una cosa? Me he dado cuenta que cada vez son menos personas las que
vienen a este parque.
- ¡Si
vale, qué broma lo de la migración! De eso, nosotros tenemos mucho recorrido.
Hablando de otra cosa, ¿Te recuerdas de nuestro amigo el que apodamos “El
Canario”?
- ¡Claro
que lo recuerdo! Con él salimos a parrandear montones de veces.
- ¡Ese
mismo! Pues, te cuento que lo metieron preso.
- ¿Cómo?
¿Qué pasó?
- Yo
se lo advertí, pero no me paró ni medio huevo. Resulta que se la pasaba mucho
comiendo en una ventana. Yo tenía una mala intuición con ese sitio, porque
escuchaba una música algo embrujona, adentro se veía unas figuras con velas
encendidas y tenían un afiche de un hombre con una boina roja. Pues, un día,
“El Canario” se dejó endulzar por la manera como le hablaba el hombre del
apartamento, se confió y lo agarraron. Ahora, está metido en una jaula que no
tiene espacio ni para abrir las alas. Y lo peor de todo es que, todos los días,
le ponen plátano maduro para comer.
- ¡Qué
malos huevos tuvo ese carajo! Definitivamente, “El Canario” es la tapa del
frasco de los pendejos. ¡Se jodió! Esperemos que la libertad le llegue pronto.
- ¡Sólo
nos queda rezar por él, porque no creo que se pueda negociar con ese tipo de
gente! Bueno hermanito, te dejo. La “Faraona” me pidió que fuera a buscar
comida para los pichones y no puedo tardar tanto ¡Sabes cómo es ella! Las cosas
tienen que ser de inmediato.
- ¡Así
son todas! No te preocupes, anda rápido y me saludas a la cuñada. Yo seguiré
viendo, desde esta altura, a la gente ejercitándose.
- Chao.
¡Y ya sabes! ¡No te levantes! Si los huevos se enfrían, las crías pueden salir
medio atolondradas.
- ¡Vale,
hermanito! Tranquilo, pronto llegará “La Catira” a suplantarme, por el tiempo
que ha transcurrido, seguro ya terminó de jugar a las cartas. ¡Nos vemos luego!
¡Cuídate!
FIN
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