En la vida todo es tiempo
que me pertenece, instante vivido,
gastado o sólo imaginado.
El pasado, donde fragilidades y fortalezas se desdoblan en historias; anecdotario de rutinas convertidas en sueños;
eco de memorias en el cual me reconozco;
refugio de razones y
descubrimientos; cueva de gozos, desatinos y logros que susurran: has vivido.
El presente, fugaz y nostálgico de eso que
fuimos y no volveremos a ser. En él invoco el sigilo de la serenidad, la pasión
del vivir, la necesidad de amar. Efímera tierra fértil sembrada de rutas de
alegría.
El futuro, adivinanza de los días por venir; lienzo en
blanco que intuye la cima y el abismo, y siente el horizonte que su andar terminará
por convertir en hoy. Espacio de infinitas posibilidades donde la esperanza
hace nido, como “confianza plena, dispuesta a vivir en espacios abiertos”.
Tiempo moldeado por instantes convertidos en
milagro.
Irma Wefer
Bravo Irma, que pluma
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