Carta a los escribidores
Nov 2022
Hoy, el bosque amaneció sin nubes. Han sido muchos meses de lluvia constante lo que ha hecho que algunos animales hayan debido migrar. Se espera concurrencia de la fauna silvestre, ya que la abeja y la gaviota han convocado a una reunión. El tema es un poco lo que somos, lo que significamos unos con otros. Yo creo que la abeja lo aplica de su gran aprendizaje de vida en colmena y en la fabricación de la miel; es por eso que se ha propuesto a preparar comida para tal magno evento. La gaviota por su parte, ha escogido la parte del bosque que llega al mar, un poco como para hacerles fácil la llegada de los que allí hacen vida. Ella vive pendiente de los demás y los escucha.
Cerca del mar, en la zona frondosa del bosque, donde el viento se vuelve metáfora al silbar entre las hojas, habita la golondrina. Es famosa por tejer nidos; ha ayudado a muchos, a seguir tejiendo aun cuando se encuentren vacíos. Las gaviotas, al igual que otros pájaros, suelen emigrar en invierno y hacen nidos a su regreso, en el verano. La abeja, la gaviota y la golondrina entonces, se proponen a reunir a una cantidad de habitantes de la jungla, para conversar de sí mismos, celebrar la vida, abrazarse y degustar.
–Es una ocasión especial”, dice la abeja- “pues tendremos a la lechuza de invitada”-, aclaró.
Ella vive entre volcanes, pero ha aprovechado la migración de golondrinas en su regreso, para regresar también. (La golondrina sabe, que el nido de los pichones de la lechuza ya crecidos, esperan la llegada de un nuevo integrante)
En el grupo hay pares, aunque no son parejas. Se parecen al arca (de Noe) no a Arcángela. Por ejemplo, tenemos dos Guacamayas, una que gusta del chocolate, lo que hace que sus colores la acerquen a la luz del sol, y un guacamayo multicolor, conocido por su canto, por su corazón y su amor a otros. Pero vive en otro bosque. Hemos aprendido a que de todas maneras se encuentre entre nosotros. Algunos lo llaman de “corazón a corazón”. También hay dos gaviotas, pero una de ellas, al emigrar, se quedó lejos. Al igual que con el guacamayo, hemos aprendido a comunicarnos con el corazón. También hay dos tigres, pero de ellos hablamos mas adelante…
Se espera que llegue la ardilla, inquieta, alegre, empática, cargada de frutos secos y nos explique porque son buenos para la macrobiota, que es una especie de ejército de seres que conviven en nuestro cuerpo. El tigre bajará de lo alto del bosque, donde convive entre nubes, asombrando toda ves, con la capacidad que tiene en hacerlo; estará en alma y corazón, la mariposa Monarca que también aprovechó la migración de la temporada para ir a otro lugar; ahora sus migraciones son internas, con sus hijas y nietos. El resguardo del grupo estará en las patas de los más fuertes: el toro venido de lejos con su cuatro a cuestas, recordándonos lo importantes que somos; el siempre presente, el Pastor ovejero, el que observa y comenta aunque no te guste, pero entendiendo que escucharlo nos hace bien, y por último, el gran tigre de Bengala, (también tenemos dos) el de colores, el que se ocupa de otros animales en desgracia y que tiene como propósito, hacer que todos tengamos nuestro propio nido, lleno o vacío, pero que sea un lugar querido para habitar.
De los que habitan en el mar o dentro de él, esperamos al pelícano, una noble ave que abraza a los animales del mar con su noble alma; y al delfín o delfina que nos recuerda siempre la importancia de las organizaciones positivas.
Por último, vendrán los de la logística: la luciérnaga amorosa que nos alumbrará si cae la noche y hasta el día siguiente, con una luz interna, profunda, intensa; la canaria que entonará sus cantos y nos hará reir con sus ocurrencias, también el caballo alado que vendrá de lejos con su prosa mágica a traernos ilusiones y encantamientos; y por último y no menos importante pues es quién escribe, el reno, que es capaz de convocar y que trata, en lo posible, lograr que estemos juntos.
Así somos, seres diversos, con distintos objetivos y metas, con distintas ambiciones y lugares para habitar. Somos los que no emigramos y los que si lo hicieron, somos los que van y vienen, pero regresan; somos, aquellos que a pesar de los que nos pasa, ya sea en salud o en circunstancia, seguimos adelante y no desfallecemos. Somos, los colores del arcoíris, somos el mar, el aire, el viento, el sol, la luna, el agua, y la tierra o el fuego y el aire. Somos esa fuerza interna que conseguimos en la metáfora de cómo nos ven y como nos vemos, esa fuerza interna que nos conecta con la naturaleza y con la espiritualidad.
Somos, porque nos respetamos, nos acompañamos, nos escuchamos y somos por sobre todo y todas las cosas, vicisitudes y circunstancias, amigos del alma...
Alberto
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