sábado, 10 de diciembre de 2016

De amor y de Fe





Dijo Erich Fromm: “El amor es un acto de fe y quien tenga poca fe, también tendrá poco amor”.
Cuando se planteó la Fe como tema a tratar en nuestra decembrina sesión del club, vinieron a la mente varias ideas, recuerdos y reflexiones asociados a este concepto, que fueron madurados y cultivados a lo largo de distintas etapas la vida. El pensamiento más relevante o insistente, fue: ¿Qué diferencia un acto de amor, de un acto de fe? ¿Acaso no todo acto de fe lleva implícito un acto de amor?

Hace varios años, cuando el Alzheimer que padecía mi madre se hizo sentir de forma arrolladora sobre la dinámica y estructura de la familia, amenazando incluso la integridad física de ella, decidimos que era el momento de apoyarnos en otros para prodigarle el cuidado más adecuado a su condición, de acuerdo a nuestras posibilidades. Fue así ,como comenzó su vida en el Hogar de Ancianas donde residió hasta sus últimos días en este plano.

He allí lo que estimo fue un primer acto de amor, en el marco de una nueva etapa, en el inicio de un viaje de descubrimiento de los propios límites y capacidades, tanto para ella como para mí. Ese acto de amor, lo fue también de fe. De esa que deviene de la confianza en que cualquier decisión basada en el deseo de cuidar y resguardar a la persona amada, de un entorno que por las circunstancias ya no era seguro, de protegerla incluso de sí misma; no puede ser sino la mejor decisión.

Hago aquí referencia a lo escrito por mí en otra parte, en cuanto a otra determinación tomada en algún punto de ese proceso de acompañamiento en la enfermedad, me refiero a la de vivir mi relación con mi madre desde el “aun” en lugar desde el “ya no” y a partir de allí, asumir que cada día con ella era una oportunidad de disfrute. Esto en lugar de aferrarme a un pernicioso y para nada constructivo: “ya no” puede hacer esto o “ya no” es capaz de aquello otro.

Fue ese otro acto de amor, hacia ella y hacia mí misma, basado en la fe de que solo en el pleno y consciente vivir del momento presente, podemos encontrar la paz y fortaleza necesarias para un futuro provechoso y con sentido.

Pequeños actos de amor en el largo transcurrir de ese viaje, se hicieron patentes en cada oportunidad de bailar con ella, porque “aun” apreciaba la música y ciertamente cada vez con más dificultad, podía bailar. Cada vez que en pocos minutos me preguntó al menos 20 veces como me iba en el trabajo, porque “aun” podía articular una oración compleja y “aun” tenía alguna noción de que yo en efecto tenía un empleo. Cada vez que respondió con besos a mis muchos abrazos y apretujones, porque “aun” sentía el poder del afecto y era capaz de responder con su cuerpo, sin importar si estaba consciente o no de que era su hija quien la besaba. Detrás de todos ellos, estuvo siempre la fe de que con cada baile, conversación y abrazo, ella recibía una dosis de disfrute y bienestar más poderosa que la que cualquier medicamento le podía dispensar.

Finalmente, cuando el cuerpo agotado, la voluntad divina, el espíritu ya preparado o todos estos factores en conjunto, determinaron que era el momento de partir, lo que llegó acompañado de un sufrimiento físico y agonía, a mi juicio totalmente injustos e inútiles; se hizo necesario pedir ayuda nuevamente, esta vez a ese Dios en quien tanto creo, clamando en oración no por la recuperación basada en el aferrrarse a lo que claramente ya no tenía ningún sentido, sino porque finalmente pudiera emprender ese otro liberador y trascendente viaje.

Hoy juzgo y valoro esa plegaria, como el último y tal vez más grande Acto de Amor y también de Fe. 

Liliana Barros
Dic, 2016

2 comentarios:

  1. Hermoso relato. Oírlo ayer me conmovió.

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  2. Hola Liliana, gracias por compartir este triste pero bello a la vez relato. Estoy de acuerdo contigo ! el amor también les de fe. Me imagino ese trance de acompañar a tu madre a esa nueva residencia. Me imagino quizás también familiares cercanos y amigos cuestionando tu decisión, cuando no les corresponde juzgar tu acción de amor verdadero. Estamos pendiente para conocernos personalmente. Me gusto tu escrito, muy bien ordenado y lograste transmitirme emociones.

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