Fe Fernández siempre se ha sentido intrigada por su nombre. No sabía porque la habían llamado Fe. Lo único que había conocido hasta entonces era a la urbanización Santa Fe en Caracas y a un grupo de fútbol de Argentina. Pues resulta que Santa Fe fue una santa del siglo II cuando a los cristianos se los comían los leones en el circo. Santa Fe fue una martir, por lo que sufrió en su agonía, aunque solo tenía 13 años. Fe quiere decir “creencia sin evidencia” y fue la frase que repetiría por mucho tiempo, el tiempo que fue devota de Santa Fe.
-Claro en aquella época la gente vivía como 33 años y al tener 13, ya era mujer, susurró.
Cuando entendió que su madre era devota de Santa Fe (de la Santa y no de fútbol), decidió ser devota también. Consiguió una imagen, una estampita, conoció sobre su vida y a veces en su propia Fe de devota, le prendía una vela en la iglesia. Ahora, al menos, tenía como explicar a sus amigas, el origen de su nombre.
Lo malo de llamarse Fe Fernández es que en el colegio la llamaban Fefe. No le molestaba tanto, pero se sintió un poco intimidada cuando se casó enamorada y se dio cuenta que su marido también se llamaba Fernández. Sus amigas de entonces la llamaban, FefedeFe.
Fe tuvo dentro de su matrimonio, tres hijas y en honor a su nueva fe y devoción, en vez de llamarla Fe Carolina o Fe Constanza, las llamó, Felicia, Fedora y Fernanda. Felicia Fernández, Fedora Fernández y Fernanda Fernández, todas llamadas en el colegio “Fefe”, como a su mamá. Pero como las tres hermanas se iban a llamar Fefe, entonces y para no confundirse, las amiguitas las llamaron Fefe 1, Fefe 2 y Fefe 3, y con el tiempo y por cariño, las llamaron 1,2 y 3.
Las tres niñas crecieron y de mujercitas, se enamoraron. Decidieron casarse el mismo día. Los tres caballeros eran muy apuestos y elegantes y se apellidaban Figueredo, Figueroa y Finchaltub. Fe, el día de la boda, se dio cuenta y se asustó. Sus tres hijas iban a ser FefedeFi. Al menos se había roto la cadena de las “Fees” y se quedó callada. Su preocupación apareció de nuevo y con terror, cuando sus tres hijas le manifestaron que iban a llamar a sus nietas, Filomena, Fiona y Fiorella. Todas niñas que nacerían además el mismo día, según el médico que era el mismo para las tres.
Aterrada se dió cuenta que su abuela se llamaba Fabiola que había llamado a sus tres hijas, con Fa. Entendió en ese momento que padecía del “Síndrome Cíclico del FAFEFIFOFU”. No se imaginaba que a sus bisnietas las llamaran como FOFO y FUFU. Aunque supo de una tatarabuela que se llamó Fuego Fuenmayor.
A partir de ese momento, Fe le dedicó todo el resto de su vida a enseñarle a sus nietas nombres novedosos, como Yelitzaida, Yumabìritza, Usnavyleidis, es decir a generar nombres compuesto que pudiera enderezar el entuerto, y curarse de la enfermedad. Lo que la tranquilizaba un poco, es que "felicidad" también comienza por la "fe".
Alberto Lindner
PD 1. Imagen tomada de http://blogs.21rs.es/kamiano/2010/10/11/sobre-el-pilar-de-la-fe/
PD 2. Hay una gran cantidad de Fe Fernández,no me lo imaginaba. Espero no se molesten.
Excelente historia de las Fes!
ResponderEliminarHola Alberto! Felicitaciones, por lo menos ahora ya no estás solo como una veleta. Saludos
ResponderEliminarGracias, pero por el tema se dice "solo como una FEleta..."
ResponderEliminarBeto, muy originaaal, excelente...
ResponderEliminarLa felicidad también empieza con la fe... Me encantó.
ResponderEliminarBuenisimooooo!!!
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