Don Pedro queda en el oeste de la ciudad de Caracas. Pertenece a la familia desde la adolescencia de mi madre y aún se conserva como patrimonio familiar. Mi abuela en su momento, y en éste mi mamá; han estado muy apegadas a él.
Así que en el transcurrir de los años Don Pedro se ha ido convirtiendo in-intencionalmente en una gigantesca cápsula del tiempo. Muchos miembros de la familia han vivido allí por períodos provisionales. Don Pedro los recibe con lo que tiene y éstos se van sin despedirse, dejando lo que llevaron. Don Pedro desconoce de camiones de mudanzas.
Don Pedro tiene de "todos".
Del bisabuelo Pedro por quien tiene su nombre.
De la tía abuela Carmen Rosalía, a quien cariñosamente llamábamos "Chía".
De la abuelita Dina, para todos los vecinos y familiares "la mami".
De los cuatro hijos de Dina: Luis, Elinor (la Tita), Yanet y Nestor.
También tiene de mí, de mi esposo Antonio y hasta de mis hijas, quienes vivieron sus primeros meses en Don Pedro.
Como a todo "viejo" a Don Pedro hay que cuidarlo. Mi mamá se ocupa cariñosamente, lo visita, lo limpia, lo mantiene y lo curiosea.
Don Pedro tiene una magia que hechiza, es de esos oasis de la ciudad que te conectan con los recuerdos.
Junto a la habitación principal existe un gran cuarto vestidor con una mezzanina, allí en grandes cajas de cartón se esconden grandes sorpresas... vestidos de novias de las tías, que las jóvenes nos hemos medido para comprobar que las generaciones pasadas siempre han sido más delgadas; fabulosos disfraces de desfiles en carrozas y comparsas carnestolendas caraqueñas, fotografías, libros, diarios, juguetes, etc.
La última vez que fuimos a visitar a Don Pedro; la Tita (mi mamá) obsequió a mis hijas varios de mis juguetes, entre ellos: la casa, la piscina, el autobús y el carro de la Barbie. Mi prima cuando las ve jugar, recuerda cuánto lloró pequeña pidiendo que se los regalaran y cuánto insistió mi mamá que eso NO porque eran para sus nietas. Ahora mi prima que en su momento sufrió con la negativa, reconoce que fue una excelente idea, porque otros juguetes que le dieron ya no existen.
Recuperar cosas de Don Pedro se ha convertido en un gran pasatiempo. Las niñas quieren volver y yo también.
Elinor Ribas
Don Pedro tiene de todo!
ResponderEliminarEntonces te preguntó, mi bella Elinor: ¿Hasta harina PAN?
Muy interesante tu escrito
Saludos
Lio! Te sorprendería saber que no sólo harina PAN sino incluso azúcar MONTALBAN y como todo viejito generoso cuando mi mamá lo visita siempre le regala un cotillón... la nevera de Don Pedro funciona de maravilla!!! En estos días sufrió una emergencia y se rompió el calentador de agua... se va a recuperar pronto! 😍
EliminarMuchas gracias por comentar