lunes, 14 de enero de 2019

Simoncito

Querido amigo:
Hoy ya son 9 años de tu partida. Una lanza enemiga atravesó certeramente tu cuerpo, partiendo en dos, tu corazón. Fue en la Batalla de Carabobo, donde con el Negro Primero, diste tu vida por la causa libertadora. Te vi partir, pero no despedir, porque no podía dejar que el ejercito me viera llorar por ti, cuando habían tantos por lo que hacerlo. Hoy estoy enfermo y deliro. Tengo mucha fiebre, y la tos no me deja dormir. Ya no hilo tan bien y quizá sea esta carta, de las últimas cosas que haga. Disculpa la falta de coherencia, pero me quería despedir de ti, cosa que no pude en Carabobo.
Recuerdo cuando te conocí, en el páramo, cuando toqué en la casa de Don Vicente por 1813, en el pueblo de Toconoque. Eras muy joven, pero con una fuerza capaz de asustar a mis guerreros con sus lanzas. Así te incorporaste al ejército libertador, y solo cuando te atraparon los realistas, te separaron de mi. No me puedo imaginar los horrores que tuviste que ver en la toma de Valencia por parte de Boves. Una fiesta para matar a los hombres y violentar a sus mujeres. Fueron los horrores de la guerra, mi amigo.  Lo bueno es que te cuidaba el buen indio Pinjacá a quién confié con su vida, la tuya. Y así fue, te protegió con su vida en Carabobo, hasta el final.
Atrapado dos veces y dos veces liberado, hasta que ya, en el cansancio del camino, diste tu vida. Aun recuerdo, en el encuentro con Mariño, cuando conversamos de ti, de lo que eras capaz de hacer, de cómo hacías correr al enemigo con solo lanzarte sobre él, las peripecias y la fuerza sobrenatural que como leyenda, se fue tejiendo sobre ti, y sobre nuestra amistad. Hoy quiero agradecerte lo que en vida no pude, quiero honrar tu nombre, tu causa, tu entrega, tu cuidado; no siempre en la soledad de conducir hacia la libertad, se puede contar con un amigo verdadero, un amigo fiel. Te llamaron Simoncito; hoy quiero honrar tu nombre querido amigo, honro tu nombre: Nevado, mi perro fiel.
Nota: Nevado fue un perro Mucuchíes, que conoció en la casa de Don Vicente Pinto, muy cerca de Mucuchíes. Los perros Mucuchíes se parecen mucho a los perros San Bernardo europeo, en tamaño, contextura, color y pelaje. Son buenos compañeros y realmente son oriundos de Venezuela. Al tocar la puerta de Don Vicente, Nevado saltó a los caballos para proteger la casa, y fue cuando un coronel dio la orden de matarlo con la lanza. La voz oportuna del Libertador, le salvó la vida. Bolívar le solicitó a Don Vicente, un cachorro parecido para que lo acompañe, a lo que él le dijo que en la tarde se lo mandaba. Don Vicente le mandó a Nevado. El hijo de Don Vicente le dijo al Libertador que le pertenecía pues le había salvado la vida. Así fue desde 1813, hasta 1821. Nevado murió en la campaña de Carabobo. Simón tiene razón al querer recordar su nombre: NEVADO, un perro negro con el lomo, el hocico y la cola blanca. Cuando la lanza atravesó su lomo blanco, lo tiñó de rojo, al igual que la tierra que se tiñó de sangre libertadora, donde germinó un sueño.

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Esta historia fabulada está basada en un cuento de Don Tulio Febres Cordero.
Imagen tomada de: De adri021 - https://www.flickr.com/photos/66678190@N00/4227643614/, CC BY 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=10061992  

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