Por: Martín A. Fernández Ch.
Fecha de realización: Enero
2022
Luego de haber superado el COVID-19, con
el apoyo incondicional de mi novia Mariale, al mes siguiente comencé a
realizarme los exámenes médicos para determinar la causa de una protuberancia
que tenía a un lado de la frente. Como todas estas cosas extrañas de salud, se
va pensando desde lo menos a lo más perjudicial. Primero un examen de Escaneo y
Rayos – X en el cráneo, luego una Tomografía y, por último, una Resonancia
Magnética con Contraste. En conclusión, se detectó que tenía un Meningioma, que
es una especie de tumor no cancerígeno, el cual estaba presionando y perforando
el hueso de la frente y era necesario operarlo.
Realmente, aunque tenía una fuerte imprecisión
sobre lo que me vendría, me reconfortaba pensar que si hasta los momentos no me
había sentido mal, ni había tenido algún evento de pérdida de memoria o de
convulsiones o de movilidad, significaba que dicho pasajero aún no había
invadido zonas importantes en el cerebro y que su extracción sería de poca o de
ningún riesgo, a pesar que era una operación muy compleja.
Al final, me tuvieron que operar tres
veces. En la primera, me extrajeron el “invasor”, dejándome la frente hueca (sin
hueso). La segunda vez consistió en corregir una “fístula” (conexión entre las
cavidades craneal y nasal, que producía una salida del líquido cefalorraquídeo
por la nariz), y se aprovechó esta oportunidad para colocarme la próstesis de
la frente (tipo PEEK, fabricado de manera personalizada con material novedoso
de polímero, el cual está identificada con mi nombre y número de cédula, por si
se me pierde en algún momento). La tercera entrada al ring, fue para subsanar
un problema provocado por una burbuja de aire creada detrás de la referida prótesis.
Aunque he escrito esta historia con
facilidad, el proceso vivido en todo este tiempo de operaciones, que fue aproximadamente
como 90 días (incluyendo los días de recuperación), fue muy complejo. Se
necesitó tener Fe en que Dios estaba orientando a los médicos que me
atendieron, también requerí tener mucha confianza en el equipo que intervino en
las operaciones, y aprendí a dejarme llevar por las decisiones ajenas, lo cual
me costó. Tuve dos cuidadores, mi novia atendiéndome desde el principio y mi
hermano en la última intervención.
Es extraño ver que te apaguen la luz,
debido a la anestesia preoperatoria, y luego tus ojos se abran en un lugar
distinto, que en mi caso fue en la Unidad de Cuidados Intensivos. Que el
espacio de tiempo transcurrido durante las intervenciones quirúrgicas es inexistente
para uno y que te enterarás de los acontecimientos según los cuentos cortos del
médico principal o que el familiar que estaba en la sala de espera se pudo
enterar, como fue la noticia de que requerí transfusión de sangre en la primera
pelea.
El proceso de recuperación más que lento,
fue tedioso. El cerebro estaba inflamado y necesitaba que se le diera reposo absoluto.
Tuve que aislarme de todos los amigos, no recibía llamadas porque me
perturbaban, solo estaba acompañado del amor, quien tuvo que tener mucha
paciencia conmigo, porque si normalmente soy callado o poco comunicativo, en
esa oportunidad era una tumba.
Luego de mi segunda operación, perdí la
noción de existencia, es decir, no recuerdo el transitar hasta el tercer round.
Todo esto debido a una bendita burbuja de aire que apareció detrás de la
prótesis. Pero sí recuerdo que al entrar a la habitación, luego de ese evento,
vi a mi novia y la saludé con mucha alegría “İAmor! ¿Y eso que estas por aquí?”
le dije a manera de chiste.
Posteriormente, luego que me dieran de
alta, me mandaron a realizarme 35 sesiones de radioterapia (con el propósito de
eliminar algún vestigio que haya quedado). Todos los días, de Lunes a Viernes,
a las 8 am tenía que estar en la clínica para someterme a dicho tratamiento. En
la sala de espera conocí a varias personas que estaban en lo mismo, un doctor
llamado William que tuvo un tumor en una amígdala y una señora muy simpática
que vivía en Caraballeda y que se operó de un Meningioma en la cabeza (al igual
que mi caso, pero se encontraba en la zona posterior), también conocí a un niño
que estaba en silla de ruedas con su mamá y que no tuve tiempo de presentarme
(estaba terminando su tratamiento), pero en su último día se presentó con un
cartel de despedida, lo cual fue muy emotivo. También coincidí, por dos semanas,
con un amigo que se estaba tratando la próstata. En este tiempo conocí a los jóvenes
técnicos de la clínica que me atendieron en las referidas sesiones, quienes fueron excesivamente
amables, siempre saludaban con ánimo "¡Buenos días! ¿Cómo se encuentra?” Los
efectos de estas sesiones fue la caída del cabello en la región donde se aplicó
la radioterapia (la frente y las zonas laterales de la cabeza), que no me
atormentaron y que fue la excusa para empezar a usar sombreros (escogidos y
comprados por Mariale), aunque ya no me hacen falta porque está creciendo
nuevamente el cabello y en poco tiempo podré lucir el peinado de siempre. Otra consecuencia,
pero hermosa, fue que Mariale se convirtió (y Yo también) en mi prometida,
siendo este 2022 el año que lo haremos oficial.
En estos dos años que han pasado de
pandemia y el que está transcurriendo, hemos tenido que aprender a otras formas
de relacionarnos con la gente, con los amigos y con la familia, evitando
reuniones o teniéndolas pero con disfraces bucales. Han ocurrido cambios en las
rutinas deportivas, sobre todo en aquellas que se desarrollan en espacios
específicos. Y algo que lamento en estos tiempos, es no poder acompañar a
amigos y familiares, quienes han tenido seres queridos que han abandonado este
plano, por temor al contagio.
El resultado de todo esto es que he
quedado con mi cabeza hueca, pero ese vacío lo he llenado de mucho amor y
agradecimiento de las personas que han estado acompañándome, quienes no han
dejado de rezar por mi completa sanación, la cual ya he logrado desde hace
tiempo, pero que no me importa que sigan enviándome esa energía positiva y esas
oraciones que me ayudan a acercarme a Dios.
Extraño los momentos donde escribíamos a diario en instagram guiados por tu hábil talento. Gracias a Dios ya estás recuperado
ResponderEliminarProfesor como muchos te decimos. Leerte definitivamente nos conmueve pero también nos lleva de una profunda admiración y alegría saber que podemos contarte entre amigos, por tu creatividad, animo y talento, muchos somos bendecidos en conocerte.
ResponderEliminarMe queda de tu relato tantas cosas bonitas que son producto del amor como la fe en Dios y desde luego la Maravillosa Mariale que tienes a tu lado, que bendición.
No queda otra que desearte un mega feliz cumpleaños y saber que no hay nada hueco, por el contrario está todo lleno.
Un abrazo.
@AtilioRomeroP
Amigo que increíble enterarme por acá, gracias a Dios, con mucho detalle de lo.qie viviste y superaste. Que bueno que ya estas en franca mejoría y que entiendo que luego de pasar por tantas cosas, ves la vida de otra manera y se nota en cada una de tus palabras lo agradecido que estás con Dios, tu familia, tus compañeros en el ring y tus amigos. Con todo y tu cabeza hueca, estas en plena conciencia de tu presencia en este mundo y el rol que aquí desempeñar. Concluyo expresándote mi admiración y poniéndome a tus órdenes siempre, cuídate siempre. GG
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