Pasan los días sentado en la misma silla cansada, de
siempre. Eventualmente durante estos 22 meses tuve que cambiarla dos veces. La
nueva, aunque es vieja, funciona mejor (suele pasar a veces también con la
gente)
De repente me paro y salgo. Básico; solo comida y
farmacia. Sin embargo es útil pues parte de mi trabajo es ver productos en
farmacias y supermercados. Así cada vez me alejo mas de mi casa. El carro no me
acompaña en esto. Se resiente y se daña. Conseguí a un militar que es mecánico
de aviones que ahora es mecánico de carros, como para redondear. Lo dejan,
menos mal. Le consigue las fallas y lo arregla, claro, hasta cierto punto. Pero
esa reparación me permite llegar hasta la casa de mis sobrinos que tanto quiero.
Las reuniones de trabajo son muchas veces por
videoconferencia. La gente aprende a coordinar acciones sin tocarse, solo
verse. Algunos a veces, se les olvida y se sacan los mocos en vivo. Algunos
están en interiores. La universidad comienza un trimestre después del fatídico
marzo y así, transcurren los siguientes trimestres. Seguimos como si nada, pero
por y a través de una pantalla.
Descubrimos las necesidades y las querencias. Nos hace
falta abrazar, pero aprendemos a abrazarnos con palabras, o con miradas, o con
los codos, o los talones. Igual hay contacto. De tanto querernos abrazar,
escribimos libros, recetas, tomamos fotos y aprendemos a hacernos presentes en
la virtualidad. De tanto hacerlo perdemos el miedo, al menos en eso de la
virtualidad, aunque a veces siento que
con ser auténtico es suficiente para avanzar.
Así como si nada, y del supermercado y la farmacia a la
casa de mis sobrinos, pasan los meses y vuelve a llegar navidad. Mucha gente se
afecta con la enfermedad y seguimos cuidándonos. Nos da miedo enfermar. El
miedo avanza a la par que la valentía retrocede. Es una paradoja importante;
nos volvemos valientes en tornos seguros y cobardes en entornos abiertos.Pero
seguimos siendo honestos y avanzamos.
Aprendemos a conocer a otros y a poderlos ayudar con lo que
contamos. En ver a otros, aprendemos a
vernos a nosotros mismos y en el poder de las palabras, descubrimos nuestros
propios significados. Comienza un nuevo año siendo parlante de nuestras propias
ideas, no la de otros.Reconozco y valoro mi propia experiencia, me declaro
practicante y desde ahí construyo lo que soy.
Y sigue la universidad, el trabajo, las reuniones.
Descubrimos el significado de los “mundo líquidos” pues como el agua pasa el
tiempo que ya se relativizó. Me doy cuenta de su paso porque cada día le coloco
un número al dibujo que hacemos con los niños chiquitos. Se convierte en una
fuente de bienestar. Descubro que mucho mas alla de un hábito, está el
compromiso que tengo, junto a las emociones que siento y las fortalezas que se
desarrollan. Descubro el poder del amor filial.
Pasan los meses como si nada. Seguimos escribiendo,
mostrándonos en redes, ayudando, aprendiendo. De repente el amor por el
aprendizaje se convierte en una nueva fortaleza de carácter y nos vemos
haciendo diplomados para aprender más, hasta que un día estudio para dictar un
diplomado como el que estoy haciendo. Y lo hago, y me supero y me crezco. Y
así, llega diciembre otra vez. Y hacemos el arbolito, compramos regalos, nos
vacunamos, y nos volvemos a vacunar. La gente se sigue enfermando. Seguimos
sufriendo sus ausencias pero aprendemos a valorar lo no material. Vemos la
cantidad de ropa que no hemos planchado, el apartamento que no hemos limpiado,
el trastero que no he arreglado y nos
damos cuenta que no necesitamos de eso,
sino menos. Que con poco está bien.
En el año nuevo sigue la enfermedad y viene la tercera y
la cuarta vacuna, pero ya empezamos a ir a la universidad. El primer día me
quito la máscara con un protector acrílico para que vean mi rostro; ese que les
hablo en una tarima para no contagiarme.
El mundo sigue y llego al momento en que estoy
escribiendo esta crónica. Mis pensamientos están justos unos segundos antes en
que mis dedos lo escriban en el teclado. Y me doy cuenta lo bendecido que soy,
por tener lo que tengo, por amar a quien amo, por cuidar a los que cuido, por
sentirme amado y cuidado a su vez, porque sigo aprendiendo, porque enciendo una
llama interna que me motiva a seguir y a desear seguir estando para seguir
aprendiendo y seguir enseñando. Soy bendecido por todo, hasta hoy, doy gracias.
Alberto
No hay comentarios:
Publicar un comentario