25
de Agosto 2018
Autor: Jesucita
Peters S.
EL TIEMPO.
Escribir sobre el tiempo es
hablar sobre lo inexorable que es, es decir, no lo podemos eludir o detener,
igualmente allí estará presente independientemente de cual sea nuestra
realidad.
Cuando de tiempo se trata, me cuesta
no vincularlo con nuestro proceso evolutivo (la niñez, la adolescencia, la
adultez y el climaterio).
¿Y será que cada momento de nuestras vidas nos permitirá interpretar o
ver el tiempo de manera distinta?
Para tratar de dar respuesta a
esta interrogante, ¿Cómo nos vinculamos en nuestra niñez con el tiempo? siempre relaciono esta etapa con un símil, “Somos una esponja”, donde absorbemos
todo mediante el aprendizaje y en cual el tiempo no existe a menos que sea
regido por nuestras necesidades básicas, vemos el tiempo a través de la
actividad lúdica que me lleva en un ir y venir desde las emociones más puras alegrías
mediante la risa y la tristeza mediante el llanto y la búsqueda de esa parte
afectiva que puede satisfacer nuestras necesidades del momento, el tiempo
existe tanto y en cuanto empezamos a vincularlo con la adquisición de hábitos
que nuestros mayores irán agregando progresivamente a nuestra existencia
mediante el proceso educativo, para poder ir incorporándonos a nuestra cultura
que establece momentos de sueño, de
vigilia, de comida, de aseo, entre muchos otros y aún más fuerte, hasta nos
condicionan el momento en el cual debemos expresar nuestras emociones, si
hacemos este recuento nacemos atemporales nosotros iremos incorporando la noción
del tiempo a medida que nos socializan, que interesante no había pensado en
ello antes de este escrito “Nacemos
Atemporales”.
Y llegamos a la adolescencia caracterizada
por la aparición de la pubertad que determina el fin de la niñez o infancia, en
donde se va completando el desarrollo biológico del organismo para llevarnos a
la adultez, todos estos cambios nos sacan del área de confort que teníamos en
la infancia y en donde vemos el tiempo ya asociado a nuestros años de vida por
cuanto aparecen los caracteres secundarios de nuestro sexo, que nos hace darnos
cuenta que la edad o el tiempo transcurrido va dejando huellas en el mismo,
desde el punto de vista psicológico surgen emociones de amor y odio hacia
nuestros progenitores, estamos en negación constante sobre las normas impuestas
manifestándolo mediante las emociones de rabia, rebeldía y agresividad, estamos
en la búsqueda de nuestra identidad lo que hace que nuestro nivel de
incertidumbre se haga demasiado grande, surgen interrogantes ¿Qué haré cuando sea grande? ¿Quién seré en
la adultez? es decir, comenzamos a pensar en el futuro y nos vinculamos ya
con ese tiempo inexorable que ha de pasar independientemente de que hayamos
respondido a las interrogantes anteriores, que susto son momentos de miedo y angustia
ante lo que ha de venir. Sin embargo, esto no impide que también soñemos y
proyectemos en nuestra imaginación lo que quisiéramos ser en ese futuro
cercano, aunque nuestra concepción del tiempo es bastante flexible en esta
etapa, pensamos que siempre el tiempo nos alcanzará para hacer lo deseado y nos
damos cuenta cuando ya paso el tiempo de entrega de la asignación, así somos.
En la adultez aquí ya el tiempo ha sido inoculado irrevocablemente,
estamos en la etapa productiva y en donde el tiempo es tomado en cuenta en toda
su extensión, comenzamos a perfilar ¿Quién
será nuestra pareja?, ¿Dónde viviremos?, ¿Cuántos hijos tendremos?, etc. ya
está definida nuestra profesión o actividad económica a la cual nos dedicaremos,
la identidad está consolidada y
comenzamos a ser más conscientes del aprovechamiento del tiempo para dar
respuesta a las interrogantes anteriores, es decir, aquí el tiempo marca
nuestro ritmo y quizás por eso estamos manejándonos a un ritmo acelerado que no
sé si será el adecuado , por cuanto muchas veces dejamos de vivir la vida a
plenitud por unos estándares que nos auto-impusimos o la sociedad no los impone.
Esto es algo para analizar.
Y llegamos al Climaterio, la etapa donde cambia nuestra visión del tiempo ya
nos queda menos tiempo por recorrer, nuestra visión de la vida es mucho más
sabia, más tolerante, nos dedicamos a recordar
lo que hicimos en nuestras etapas anteriores, está asociada a la
contemplación y consentimiento de los nietos que es un amor diferente al de los
hijos, se presentan ciertas limitaciones corporales que impidan quizás las
actividades a las cuales se estaba acostumbrado, el tiempo te hace reconocer en
ti lo alcanzado, lo dejado de alcanzar y sencillamente lo vivido. Lo que te
falta por recorrer debes hacerlo con total plenitud y muchas veces te das cuenta que
aquello que para ti era de vital importancia en las otras etapas ,en esta etapa
te preguntas ¿Y por qué perdí tantas
cosas y tiempo valioso por esto?
Los que hemos tenido ancianos en
nuestras vidas oímos con frecuencia estas reflexiones, que constituyen un gran
aprendizaje porque nos ayudan a redimensionar las cosas que verdaderamente son
importantes en la vida y otorgarles su justo valor, cuan valiosas fueron estas
conversaciones hechas por mi recordada y amada madre, gracias te doy por esas
enseñanzas imposibles de olvidar.
Pues entonces queridos
escribidores imposible evitar como percibimos y nos aproximamos al tiempo en
función del momento de nuestro proceso evolutivo.
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