Querido Luis:
En este 22 de septiembre más allá de desearte feliz cumpleaños (que lo hago) quiero expresarte lo que habitualmente pienso.
Diariamente reconozco tu presencia, reviso mi chat de escribidores y allí estás tú con tus infaltables mensajes que me invitan a reflexionar y a hacer un propósito diario. Haz estado cercano inclusive a miles de km de distancia.
Nos haz acogido en tu casa, la cual denominas orgullosa y generosamente "La Casa Club", en ella manifiestas tu gran talento como anfitrión. Desbordas tus creatividades culinarias... las magníficas alitas de pollo que estimularon a millones de papilas gustativas.
Distingo la "Casa Club" del "Santo Secreto" en donde también hemos compartido experiencias increíbles, hablando desde religión hasta santería y... en el tiempo... de un "León".
Cada vez que desde entonces escucho que "Dios es Amor" te recuerdo; así te coleaste en mis oraciones.
Tus fotografías recrean mis miradas, pero la foto que más recuerdo tuya no ha sido producida por tu lente sido que en ella estás retratado de niño con unos zapatos pulidos y cuando recuerdo esos zapatos inmediatamente en mi memoria está tu mamá lista para un paseo en moto con su hijo, luciendo ella unos zapatos de deportivos a los que él anuda y enlaza las trenzas.
No sin motivos compartimos nuestras primera y última fortalezas, ambos virgo.
Agradezco tu amistad y deseo que te abunden bendiciones éste y muchos años más.
Elinor Ribas.
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