Tal como somos, actuamos, y tal como actuamos, somos. Ese es
un postulado de la ontología del lenguaje. Eso implica movimiento, que se logra
a través del actuar. Ahora bien, puede ser cualquier actuar o puede ser un
actuar deliberado, constante y
consciente que nos hace obtener los resultados esperados y así, el ser del que
queremos llegar a ser. Es así como es el ser, se puede cambiar a través de los movimientos
voluntarios del “estar”. Ambos, ser y estar, han sido las parejas de la mirada
ontológica desde el comienzo de la historia. Los antiguos lo planteaban como
una realidad o una verdad metafísica, pero la verdad es que con esos elementos,
es que podemos construir nuevas
entidades, formadas con tesón, interés,
esmero, estudio y aprendizaje. Se trata quizá de revolucionar, aunque parezca
que llegar nuevamente al punto de partida asemeje que perdimos el tiempo. No es
así, regresamos diferentes, regresamos reconocidos y mayormente, aceptados.
Para movernos y revolucionar, necesitamos herramientas.
Desde la psicología positiva y sus nuevos postulados para alcanzar el bienestar duradero, es que
necesitemos las virtudes que han derivado en 24 fortalezas. En los test de búsqueda
de nuestras fortalezas, las encontramos ordenadas de la de mayor uso a la de
menor uso. Nos fijamos en las 24, y con ellas decimos como vamos a alcanzar la
mejor versión de nosotros mismos, sin parar en observar mucho, en las virtudes
capitales que nos constituyen, o en aquellas fortalezas que con menos frecuencia
usamos. Pero, ¿qué tal si esas fortalezas, las alejadas de las más usadas, no
las reconozcamos ni tengamos distinciones para nombrarlas o reconocerlas como personas?.
Siendo así, ¿son objeto de poder ubicarse distinto en algún momento?
El interés del presente ensayo es solamente el evidenciar la
falta de conocimientos que tenemos de nuestras 24 fortalezas de carácter, cuando
mayormente distinguimos quizá solo aquellas que tienen que ver más con la
resiliencia, el trascender en el perdón auténtico, o el desarrollo de la
gratitud, que nos acerca a la auténtica felicidad. Mi propuesta se orienta a que
ese movimiento que vamos a emprender, a esa revolución interna, a ese viaje, se
consolide el aprendizaje de todas y cada una de nuestras fortalezas de carácter,
ahora vistas como super poderes que nos permiten acometer algún trabajo, labor
o proyecto específico.
Conocer el mundo de posibilidades de poderes de cambio, nos
va a permitir al terminar la revolución, a tomar decisiones que serán acciones
que van a modificar al ser, porque tal como actuamos, somos. Se trata de ser diseñadores
de nosotros mismos, en forma deliberada y permanente. A veces, no se trata de
resultados inmediatos; se trata de generar el hábito que nos conduce a la
maestría en el uso del super poder. De allí, ya no seremos los mismos, aunque
dejemos de usar un poder determinado, cuando las circunstancias, los anhelos,
las añoranzas o las necesidades ya hayan cambiando y sintamos el deseo de ser
distintos, al demandar cambios. Distintos, a veces no significa ser mejores,
sino contar con nuevas herramientas que nos permitan atender las nuevas
condiciones de vida.
El manejo de las emociones positivas también requiere del
uso de ciertas fortalezas que quizá no se encuentren en nuestro repertorio. Eso
es la maravilla de esto que nos pasa; no somos estáticos aunque nuestra
personalidad original prevalezca, la cual en el entendido de la creación del
habito, podamos trascenderla y ser personas distintas. Con el tiempo, con el
amor y el uso, quizá podamos ser las
personas que anhelamos ser, aquellas que siendo parecidas, hayan crecido en el
conocimiento de la potencialidad que nos da el uso de todas las fortalezas de carácter.
Una forma de empezar, es conocer cada una de ellas y dedicarle un tiempo
generoso a su uso y desarrollo. Somos súper héroes, la vida nos ha dado súper
poderes, ahora depende en invocar a la que nos haga falta en el maravilloso proceso del bienestar y al
final, de ser feliz, auténticamente feliz.
Alberto
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