Caracas, 25
de enero de 2020
Escrito Club de Escribidores de
Caracas
El amor en tiempos de diáspora
Fuga
y encuentro
Jueves
17 de octubre de 2019. Me había anunciado que la salida de la casa era a las
tres de la madrugada, y que le parecía conveniente contratar los servicios de
un taxista, para que yo no transitara por los riesgos de un camino solitario y
oscuro. Esta vez entonces me liberaba de caminar por ese amargo y húmedo piso
cinético que en ocasiones pasadas había dejado mi corazón suspendido y mi alma
agrietada.
Algo
muy peculiar, fue que pasaron más de
cuarenta y ocho horas para que yo casi sin percatarme, y con la muy buena
excusa de buscar algo que en el resto del apartamento no encontraba, abrí la
puerta de su habitación y descubrí que no era algo lo que me faltaba, sino
alguien. Un espacio vacío de olores, de piel, de unos ojos verdes usualmente
encajados en alguno de sus artefactos electrónicos, y desprovisto de música, de
un “dime mami” o un “bendición mamá”. La cama tendida con su edredón preferido,
también algo de su habitual desorden y unos chocolates y golosinas que había
dejado para mí.
No
supe en qué momento se reunieron en mi rostro la ternura con las lágrimas; en
mi ser la soledad con la esperanza, y la rabia y la tristeza se entretejieron
con vestigios de “ella va a poder y yo también”.
Han
transcurrido tres meses. Noventa días en que el amor se ha colado por la
virtualidad. Esa que aún no nos deja llegarle al calor y al olor. Mas que sin
embargo ha permitido que fluyera la comunicación para transmitirnos cariño,
ideas, proyectos, ilusiones, atrevimientos, decisiones valientes, intimidades,
protección.
Fue
una fuga? Sin dudas. Se fue huyendo? Indiscutiblemente.
Y
más allá de ésto, qué? Aparece un
profundo sentido ante ella, y ante mí.
Las
dos hemos visto a una María Gabriela reencontrándose con su centro, su esencia.
Asumiéndose. Paseándose por decisiones titánicas. Escribiendo el guión de su
historia y poniéndola en escena. Siendo quien es. Ha estado disfrutando de un
encuentro maravilloso consigo misma.
Esta
danza que la veo danzar ha podado mi ocasional tristeza? No propiamente. Me ha procurado sosiego,
orgullo, valor, confianza y optimismo?
Con frecuencia.
Corren
tiempos de diáspora para nosotras, y por lo pronto así vamos construyendo
nuestro amor.
Tibaire
García
25
de enero de 2020
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