Mi niña interior
Todas las personas tienen un niño interior que las hace reír a carcajadas,
perder la vergüenza, entregarse por completo a actividades de diversión , en
fin, no cargar con todas las responsabilidades, roles, compromisos, horarios y
un largo sinfín de etcéteras, que conlleva la adultez, sobre todo, si esa
adultez implica una sumatoria de roles: esposa, madre, profesional, trabajadora
del hogar, etc, etc, etc.
Al escribir estas líneas pienso en las actividades en las cuales fluye más
libremente mi niña interior y pienso en dos, las cuales disfruto mucho y me
gusta bromear al realizarlas. Ellas son: jugar juegos de mesa y salir a pasear
en bicicleta con familia o amigos.
Carta a mi niña interior
Qué rico verte reír a pierna suelta, disfrutar de estar allí, no tener que
pensar en nada, ni planificar nada, ni organizar nada, ni hacer que nada
empiece, ni nada termine, que quede todo limpio y recogido, que todos atiendan,
que las cosas salgan bien.
La mente, tu mente, el corazón, tu corazón, el espíritu, tu espíritu se
sosiegan para estar contigo y con los otros, con el entorno, con el aire, la risa,
las miradas, las bromas , las carreras, las paradas , las miradas, el regocijo.
Cuántas veces jugaste con tus hermanos y primos monopolio, ludo y después,
ya de joven y adulta escrable, backgammon, bogol, diccionario, dominó. “Vamos a
jugar proponías tú o proponía otro”. Uno coro de: “Claro vamos”, se escuchaba,
y cualquier mesa era buenapa arranca cualquier partid. En el grupo siempre
había un tramposo, generalmente Juan o alguno de mis hijos, un perfeccionista,
que estaba mirando siempre las reglas, un despistado, que se pasaba su turno o
no cumplía con alguna regla, y un picado, que siempre terminaba bravo, y el
resto que nos reíamos de todo lo que pasaba. Qué rico jugar, que rico estar
juntos, que rico es tener familia y amigos.
Los paseos en bicicleta empezaron en la finca de los abuelos y los tíos en
el Palmar y los patios de café de Paya en Turmero, donde ibas con tus hermanos
y tus primos a pasar muchos fines de semana y vacaciones, después a Rio Chico.
También diste muchas vueltas en bicicleta en Margarita, llevando a tus hijos
chiquitos, en sillitas, por caminos deliciosos. Hace dos años y medio llegaste
a la meca de los paseos en bicicleta, que es la cuidad de Bogotá,y sus paseos
en las montañas y lagos alrededor. Te veo tan feliz pedaleando sin parar,
haciendo picnic, esforzándote en las subidas, bajando por praderas preciosas, a
veces haciendo carreras, y pasando en forma divertida a los otros ciclistas. Al
llegar de los paseos, con un hambre voraz infantil , un cansancio corporal
delicioso, y el verde metido en los ojos, la diversión se repite, al contarle a
otros, o recrear juntos,todo lo disfrutado.
¡Cuídate mucho, mi niña interior, te disfruto mucho y te siento una parte
muy importante de mí!
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