Mi mayor (y más querido reto) es…
Dios hizo al hombre el último día de la creación. Mezcló todos los elementos, masculinos y femeninos, al unir tierra, agua, aire y fuego al cocerlo. (quizá). Luego, lo vio solo y decidió darle compañera para lo cual esperó que durmiera para extraerle una costilla y construir a un ser perfecto, la mujer. Luego vino la desnudez, la culebra y la manzana, pero de eso ya escribimos una vez.
Resulta que hombres y mujeres somos iguales pero distintos. La mujer puede continuar la especie y el hombre contribuye. Así han pasado siglos, la mayor parte en guerras que no han conducido a nada, y la especie ha seguido su camino. Con el desarrollo de un cerebro superior, vino la memoria y mejor aún, la consciencia de ser consciente, eso que nos diferencia de cualquier otra especie sobre la tierra. Con eso, vinieron los aportes, los descubrimientos y los inventos. También la personalidad, las pasiones, las metas y el sentido de vida. Cada persona en ese transitar, ha decido temprano, mejor o peor, lo que quería que fuese su vida en los años sucesivos. A veces acertó o a veces cambió. Y descubrió que el cambio era posible aunque ya había llamado a varias cosas humanas con el nombre de ciencia. A pesar de la ciencia, seguimos cambiando a voluntad.
La especie humana descubrió que vivir agrupados era mejor. Se protegían, se reproducían y aprendieron oficios manuales distintos a cazar para comer, o danzar para aparearse. Inclusive inventaron la escritura y el lenguaje. Siglos después, y luego del renacimiento, aparecieron las ingenierías, se especializaron en medicina, o en las ciencias de la salud, estudiaron para entender a la sociedad, estudiaron lo urbano y a la psique. Igualmente, el hombre-mujer moderno entendió que estar con otros seguía generando beneficios emocionales y nuevos aprendizajes.
Junto con la pasión de la escritura, algunos descubrieron a alguien, que enseñaba a escribir mejor o con sentido. Y estudiamos y nos agrupamos. Alguien lo llamo a eso “el Club de Escribidores de Caracas”. La mirada moderna lo puede entender como una forma de producir obras intelectuales, pero a veces se me asemeja a aquellos hombres de cavernas que pintaban animales, cacerías, fuego, o amenazas en las paredes, con sangre, tierra o excrementos. Estando juntos nos protegemos, nos damos calor, más allá de lo cursi que esto pueda sonar. La verdadera diferencia es que con los siglos, entre todas las cosas que descubrió, estudió y sigue estudiando, se encuentra esa parte del ser que se generó ante el peligro real, que ayudó a niño que vivía en cavernas, a sobrevivir; aquello que llamaron ego.
Ahora tenemos que estudiar al ego que a veces nos protege y a veces nos separa. Las personas estudian, se licencian, se post gradúan, se hacen doctores y hasta post doctores. Las ciencias del comportamiento pueden ponerle nombres, pero eso no hace que sea fácil de gestionarlas cuando están juntas. La ventaja de escribir, es que lo hacemos desde la psicología positiva y con ella, la comprensión de las fortalezas de carácter, aquellos rasgos de personalidad que según las usemos, nos hace capaces de darles matices al ser, a aquello que a pesar de todo, es capaz de observar lo que vamos siendo y en lo que nos vamos transformando.
En estos siete años y diez meses que hemos estado juntos, hemos aprendido acerca del poder de todos, y de que juntos, sumamos mas. Muchos hemos tenido aprendizajes nuevos y transformacionales que nos han conectado con el otro a través de la empatía, la humildad o la compasión. Yo llevo el legado de Ángela. Ser coordinador de este maravilloso grupo es uno de mis grandes retos que puedo hacer por mí, y por vosotros. Unir piezas, respetar, escuchar, dejar ser, mantenerse neutral, acompañar, celebrar, coordinar, completar, generar, escribir, o cualquier verbo que venga a mi mente en este momento, lo puedo reconocer como aprendizaje interno maravilloso. Puedo recrear a un frasco de miel, un San Nicolás en el piso, las roscas canarias, las bolas criollas, la guayaba, el significado de Shukram, un cebiche, un libro, un viaje, o más aun, una sonrisa, una lágrima, un silencio, un abrazo, un perdón, un agradecimiento, un suspiro, o solo un pensamiento no vuelto palabra.
Bendito el día en que juntos, escribimos; bendito el día que comenzamos a buscar el sentido de la vida, benditos todos, bendito el camino,
Alberto
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