lunes, 16 de diciembre de 2024

el don del silencio

El don del silencio

Los baby boomers, los nacidos en la postguerra, nos toco guardar silencio. De hecho, a nuestros padres se les llamó la generación silenciosa, que crecieron en contextos de la gran depresión, y la segunda guerra mundial. Era considerado prudente, guardar silencio.

Los baby boomers nacidos en paz, seguimos a una época de silencio y de sequía natal; eran pocos los niños que nacieron. En cambio, en nuestra generación, fue usual que tuviéramos muchos hermanos y familia. El silencio de nuestros padres había culminado, pero sin embargo, nos lo traspasaron.

            -Los niños no hablan cuando los adultos conversan, no interrumpen-

            -Los niños no opinan, ni juzgan a sus padres-

Los colegios de religiosos, solían ser una continuación de lo mismo. España, además venía de su guerra civil. El silencio se educaba, no solo con la palabra, sino con castigos físicos. La generación del silencio, de repente, estaba siendo obligada a aprender algo que nos era impropio. Pero así nos educaron, al menos a los de occidente, lo cual pienso, generó rebeldía en una generación que no creía en el pasado. Ocurrió el movimiento Hippie, el mayo francés, la transformación de la educación, en consecuencia y el movimiento de liberación sexual. Todo lo opuesto a lo que pretendieron imponer.

A los que inicialmente nos reconocimos como introvertidos, nos hizo daño. Preferíamos escuchar a dar una opinión. Asentir, en vez de rebelarnos contra alguna injusticia. Hoy, nuestra generación gobierna, ya en sus últimos pasos, pero el mundo sigue siendo básicamente, el mismo. Ya en vez de silencio, se alaba y propicia al ruido. Estamos hiper conectados e hiper “textuados”, donde no cabe el silencio. Pero entonces, reconocemos al silencio, como algo importante. No aquel, marcado a golpes en el colegio o en la casa, no aquel obligado por las circunstancia, no aquel, de donde es mejor no hablar. Se trata del silencio, de ese espacio efímero entre lo que nos pasa y la acción, se trata de la escucha empática y  compasiva, se trata de escucharnos primero, antes de hablar. Hablo de esa escucha en silencio que nos hace mejores personas, que nos calma y nos hace crecer.

El silencio ahora, este silencio íntimo y propio, que se diferencia del silencio de afuera, es sin duda, un don. El don del silencio. El necesario para estar conmigo mismo, el necesario para acompañar a otros en algún trance y hacer servicio. Es aquel silencio vacío, que reconocemos en meditación profunda, pero que nos explica la noción del ser, eso, que además, no se puede explicar con palabras, ni pensamientos. Es el silencio del creador.

Alberto

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