Una de las fortalezas característica del venezolano es ser agradecido. Eso lo exterioriza
en ocasiones entregando un regalo. Que culminó el año escolar: un regalito para la
maestra. Que se graduó un sobrino: otro regalito. Y cuando llega la Navidad, entonces
regalos van y regalos vienen.
Hasta no hace mucho se podía ir a cualquier tienda por departamentos, algunas muy
populares como Tijeretazo, Traquitraqui, o Don Regalón, y conseguir diferentes artículos
accesibles de acuerdo a los presupuesto de cada quien. Ya con eso solucionábamos.
Hasta las personas de menos ingresos hacían sus compras navideñas para obsequiar a
sus seres queridos. En el último año las cosas han cambiado, algunas tiendas han
cerrado y las que subsisten muestran anaqueles vacíos, ya no hay novedades ni
productos importados, se aprecia mucha baratija y a precios muy altos.
Estamos quizás siendo testigos, en la Venezuela actual, de la desaparición del tradicional
regalo. No es que la gente no quiera darlos, es que se hace difícil conseguir algo
representativo para obsequiar y más difícil aún poder comprarlo.
Ya muchos no quieren ni que lo inviten a fiestas. La semana pasada caminaba con mi
amigo Jorge y se repente se me desaparece. No lo encuentro por ningún lado. A los
minutos lo veo saliendo debajo de un carro. Le pregunto qué le pasó y me dice que es
que vio venir a una señora conocida cuya hija está por casarse, pero él no quiere que lo
inviten a la boda. Y me argumentaba: "Sólo el regalo es por lo menos el mercadito de 4
días, y no solo eso, es que mi mujer va a querer comprar vestido, zapatos, cartera y pare
de contar. También tendrá que ir a la peluquería por latonería y pintura y todo eso me va
a desequilibrar el presupuesto familiar".
Está tan difícil la situación que me comenta que ya en su familia se pusieron de acuerdo
para no darse regalos en estas navidades e inventaron un intercambio de productos
regulados, en donde por ejemplo alguien le da un shampoo y ese otro le regresa dos
jabones de baño, y así por el estilo.
Muchas veces por enfocarnos en el obsequio, ya sea por lo atractivo o lo novedoso,
pasamos por alto la razón del mismo y en ese sentido es hasta bueno todo esto que nos
está sucediendo. La desaparición del regalo como objeto físico pudiera estar dándonos la
oportunidad de poner atención a donde siempre debimos mantenerla, a los sentimientos
de quién porta el obsequio. Ese familiar, ese amigo, ese ser querido, que por las
circunstancias mencionadas pudiera que hoy se nos presente con sus manos vacías, pero
que viene lleno de amor y de cariño a saludarnos y desearnos ventura.
Así que mientras atravesemos este bache en que ha caído nuestro país y hasta que
recuperemos las condiciones de normalidad, que esperemos sea pronto, podemos
aprender a apreciar y valorar, más que al mismo regalo, todo eso que acompaña al que se
nos acerca en los momentos especiales para entregarnos algo: el saludo, el abrazo, la
sonrisa, la atención, la comprensión, el entusiasmo, el amor y la alegría.
¡Esos regalos no tienen precio!
Lionel Alvarez Ibarra
Diciembre 2015
Coincido, estimado Lionel, creo que no sólo en Venezuela sino en el mundo entero toca recordar cuáles son los verdaderos regalos.
ResponderEliminarLionel, que bueno que eres parte de nuestros regalos, agradezco que seas parte de nuestra vida y del club de escribidores.
ResponderEliminarLionel, que gran mensaje el que transmites. Es tan cierto, el "no tener o no conseguir" es una oportunidad espectacular de darle el valor que merece a la amistad, la camaradería o al amor familiar. Creo firmemente que vamos a salir muy fortalecidos de toda esta situación, que de alguna manera estamos aprendiendo a valorar mucho más esos "intangibles", tan necesarios en estos días. Un abrazo.
ResponderEliminarQuerido Lionel, coincido con LELE, tú eres un regalo para nosotros, tu anatomía espiritual y tu carisma de humor...son un regalo.
ResponderEliminarCAMBIEMOS LA NATURALEZA DE LOS REGALOS...