La directora le había pedido quedarse para ser jurado y al verla le llamó la atención: su mirada tan expresiva, sus cabellos ensortijados. Por supuesto que habló a favor de su admisión luego en la reunión, aunque esto no hizo falta porque ella cautivó a todos con su actuación y con la escogencia del texto que interpretó. Representó un segmento de El círculo de tiza Caucasiano. En esta obra, dos mujeres se enfrentan a un tribunal disputándose la custodia de un niño. La madre biológica es una ricachona que se había desentendido del niño, mientras que la madre de crianza era una persona humilde que le había atendido y cuidado. Susana escogió representar una porción del alegato de la madre de crianza reclamando su derecho sobre el niño ante el tribunal.
A partir de allí estuvo pendiente de verla
nuevamente. Corrían los últimos días de junio. Era época de exámenes y entregas
de las asignaciones finales. Anhelaba verla antes de que salieran de vacaciones
a mediados de julio. Estuvo pendiente los días siguientes, pero no la vio.
Entonces pensó que ya tendría oportunidad de presentarse cuando se integrara al
grupo junto con los nuevos aspirantes en octubre, momento en que se iniciaría
el año escolar 1981-82, su último año.
Pero un día, mientras caminaba la vio sentada en
el jardín estudiando sola. Entonces se acercó. Al presentarse como un miembro
del grupo, jurado de su audición y próximo a graduarse, ganó todo el interés de
ella. Pudo comprobar de cerca que la atracción que sentía hacia ella iba más
allá de su mirada y su cabello. Le pareció que también le agradó, así que la
invitó a asistir a una representación teatral que habría el domingo en la
ciudad.
En la universidad David era muy diferente a como
era en casa. Con su madre se mostraba siempre distante y receloso. Ante Ilan
siempre se sentía como un tonto. En cambio, en la universidad se destacaba. Los
profesores le estimulaban y aprobaban, porque era aplicado en sus estudios,
participativo en las clases y mostraba talentos. Había ganado mucha reputación
por un cuento que escribió titulado Unas flores para Mamá y por un Guion para
una obra de teatro llamada Casa de Muñecas.
Había participado en el grupo de teatro desde su
segundo año en la universidad. Esta experiencia le permitió crecer como
persona, a desenvolverse mejor, a expresar sus sentimientos e ideas, a
presentarse frente a los demás, a modular y proyectar su voz. Pero en casa era
otra persona. Por esa razón procuraba pasar más tiempo en la universidad.
El domingo se encontró con Susana en la entrada del teatro. La sala pertenecía a
un centro cultural que no estaba terminado del todo. Así que todo tenía una
apariencia underground que iba a tono
con la obra que verían, La cantante Calva, del teatro del absurdo.
Al salir de la obra se veían muy emocionados.
David hablaba sin parar y contaba con toda la atención e interés de Susana. Su
verbo pasó rápido por Beckett, Ionesco, Adamov y Artaud, pero también incluyó
con vacilación a Harold Pinter en este tour conversacional. Le cautivaba más el
humor negro, el sarcasmo y la crueldad, como formas de rebeldía ante una
sociedad injusta y rígida. A Susana en cambio le atraía más lo simbólico y
existencialista de este género. Ella prefirió hacer referencia a Strindberg,
Joyce y Camus.
Era un día soleado y despejado. Había un cielo
azul claro. Un día excelente para pasear al aire libre. Conversaron en un Café
del Boulevard de Sabana Grande y se les pasó el tiempo muy rápido. Pasaron a
temas más personales sobre sus vidas y aspiraciones.
Luego la acompañó hasta su casa. El se dispuso a
darle un beso en su mejilla al despedirse, pero ella cerró los ojos y dejó sus
labios expuestos para que los besaran. El lo hizo con dulzura a la vez que le
acarició su cabello ensortijado. Besó también sus mejillas, su frente, orejas y
nuca. Al apartar su cabello vio una mancha rojiza en su nuca que le llamó la
atención. Le pareció haberla visto antes, pero no sabía dónde.
Entonces se olvidó de todo y cerró sus ojos,
entregándose por completo a estas sensaciones. El tiempo pareció infinito. El
tacto se potenció y comenzó a registrar nuevos matices. La experiencia de
fusión pareció prolongarse sin límite. Al abrir los ojos se dieron cuenta de
que habían cruzado un umbral que los transportó a una nueva dimensión, una
nueva realidad, donde eran otros los rostros que estaban uno frente al otro,
otra la mirada, otros los gestos.
Ella se sintió cómoda con la cercanía y la
conexión. Los cuerpos parecían adheridos el uno al otro mientras sus corazones
palpitaban al unísono. El quería seguir muy cerca de ella, pero a la vez sentía
una vulnerabilidad que le resultaba incómoda. Tomó conciencia que estaban allí
a la entrada de la casa de ella y que debía irse. Fue quien tuvo la iniciativa
de separarse. Se despidió de una forma un poco brusca, aunque se acercó
nuevamente para besarle suavemente los labios. Ella lo observó un tanto
turbado, pero no supo interpretarlo exactamente. Se quedó tranquila al pensar
que quizás eran “ideas” de ella.
En la universidad comenzaron a verse todos los
días. El la acompañaba a su casa cada vez que sus horarios se lo permitían.
Entre ellos creció rápidamente una gran amistad y un gran amor. Para cuando
terminaron las clases ya su relación se había consolidado y no precisaba de la
estructura que proporcionaba el ambiente institucional de la universidad. Así
que durante las vacaciones compartieron libremente toda clase de actividades;
obres de teatro, representaciones de mimos, exhibiciones diversas de arte,
museos, cine, cafés y jazz.
....
Todo sucedió cuando estaban en un lugar nocturno donde
hacían presentaciones de Jazz. David le había anunciado a Susana que no podría
buscarla y que se encontrarían en el lugar. Ella usaba un vestido vaporoso con
un estampado psicodélico. Cargaba una banda naranja que sujetaba su cabellera.
Unos zarcillos bastante visibles. Llegó de primera al lugar nocturno. La banda
interpretaba una pieza de Charlie Parker llamada Confirmation, muy llamativa debido a la excelente interpretación
del Flautista. Esta pieza la interpretaba
el grupo en casi todas las presentaciones. David le encantaba escucharla y solía
ta-ra-re-ar-la cuando la escuchaba. Ella se contagió de su entusiasmo por este
tema. Pero ahora le sonaba a ella diferente, sin la gracia de siempre.
David llegó justo en medio un tanto apurado.
Vestía de traje. Pareció no advertir la pieza que tocaba la banda.
-
Disculpa cielo, pero tuve trabajo.
Dijo mientras hacía señas a la mesera para ser atendido.
Susana pareció no prestarle mayor
importancia. Continuó haciendo un esfuerzo por parecer que escuchaba la
siguiente pieza, una balada con un saxo Tenor que sonaba a Ben Webster. Al
escuchar algo tan romántico se confrontó con su decepción y tuvo que hacer un
esfuerzo por impedir que las lágrimas brotaran.
-
Y que me cuentas de tu día? Dijo él
después de asegurar su trago.
-
Nada nuevo! Dijo ella distraída.
Ambos aparentaron escuchar la
música. El siguió el juego. Comentaron algunas trivialidades. Pidieron algo
para picar. La música, los tragos y las tapas los mantuvieron entretenidos por
un rato.
-
¿No me vas a decir qué es lo que pasa?
Irrumpió ella.
-
¿A qué te refieres? No comprendo, dijo
él mientras simulaba estar atento a la música, que no le sonaba igual que
siempre. Si hubiese tenido un interruptor especial, le hubiese bajado el
volumen.
-
Ya no eres el mismo. Solo hablas de
ti. Parezco no importarte ¿Tienes otra?
-
No sé a qué te refieres. Solo me
dedico al trabajo para salir adelante. No podemos vivir en las nubes pensando
que la vida va a proveer de todo lo necesario. Si no nos ponemos metas no
avanzamos.
Esto lo dijo con vehemencia, haciendo gestos sutiles que hacían referencia a su vestuario. A ella le sonaron las palabras como un reproche. Solo hizo un gesto de desaprobación. No tenía ganas de pelear. Sentía que lo había perdido. Prefirió callar. Se mantuvo en silencio por el resto de la velada. Al despedirse lo evitó.
Esto lo dijo con vehemencia, haciendo gestos sutiles que hacían referencia a su vestuario. A ella le sonaron las palabras como un reproche. Solo hizo un gesto de desaprobación. No tenía ganas de pelear. Sentía que lo había perdido. Prefirió callar. Se mantuvo en silencio por el resto de la velada. Al despedirse lo evitó.
El por su parte, pensaba que ella
era un estorbo en su carrera, no lo apoyaba en sus planes. ¿Cómo creía ella que
se pagaban las cuentas?
No se llamaron más.
Víctor Calzadilla
¡Muchas gracias Víctor por estrenarte de esta manera en el club! Y gracias por compartir con nosotros esta parte de lo que estoy segura será una excelente novela. Un retrato muy claro y honesto de una época, con imágenes y voces reales. Me encanta leer a Venezuela a través de la narrativa y la ficción.
ResponderEliminarGracias por compartir este proyecto Victor, espero leerla de principio a fin. No sé si son los 80´s pero me trasladó de inmediato a la época. Saludos
ResponderEliminarGracias!!
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