Los dos hermanos van a encontrarse finalmente luego de varios años sin haber tenido mayor contacto. David llegó primero. Esta vez tomó las precauciones necesarias para llegar a tiempo porque sabía que podía encontrar dificultades en el camino. Además, Susana le había llamado varias veces a lo largo del día para recordarselo. Aprovechó para repasar los últimos acontecimientos de su vida tomando un café cremoso y caliente. Sacó una libreta y un bolígrafo.
Desde que comenzó
a tener dificultades para dormir ha intentado cambiar varios de sus hábitos.
Antes desayunaba sólo un café, almorzaba cualquier cosa muy rápido y cenaba más
abundantemente. Tomaba varias tazas de café al día acompañándolas con un
cigarrillo. En la noche solía sentirse muy productivo para trabajar. Fumaba
varios cigarrillos adicionales y terminaba por dormir muy tarde.
Ahora, a punto de
cumplir los cuarenta, se esfuerza en tener un mejor desayuno, un almuerzo
saludable y una cena ligera. Además, ha restringido el café a las mañanas. Desde
que comenzó a padecer de tos crónica y afecciones respiratorias eventuales ha
decidido fumar solo diez cigarrillos al día. Mastica caramelos mentolados para
tolerarlos. Ha llevado a cabo estos cambios animado por la idea de dormir mejor,
pero también con la idea de recuperar su vitalidad que se ha visto disminuida.
Mientras hace un
paseo mental por los logros obtenido en el cambio de sus hábitos, apunta en su
libreta que ha tomado un café y fumado un cigarrillo en un control semanal que
lleva a tal efecto. A las cinco de la tarde ya ha excedido su cuota diaria de
cigarrillos con el que tiene en mano, además que se permite un café vespertino.
Hace un recuento
cronológico de los eventos sucedidos en los últimos años. Cualquiera que lo
mirara le produciría curiosidad verlo haciendo gestos, a veces de alegría, a
veces de pesar. Como si estuviera
hablando con alguien.
Piensa que su vida
ha terminado siendo un desastre a pesar de su naturaleza ordenada. Hubiese
deseado otro desenlace para sus asuntos personales y profesionales. Se siente
hundido, como un fracasado, como un perdedor. Al hacer un recuento de sus
desatinos, el rostro de David se ensombreció. De pronto no se sintió muy cómodo.
Comenzó a experimentar una sensación desagradable en el pecho; una desazón que
se fue tornando en resentimiento y amargura.
De pronto, se
sorprendió de estar viendo con malos ojos a su hermano. No le parece justo que
haya tenido tanto éxito y el no. Al pensar en su hermano, un gesto de
desaprobación y disgusto se muestra en su cara. Le parece que Ilan siempre ha
sido muy desenvuelto, pero muy poco escrupuloso. No sólo por ser el mayor, sino
también por su personalidad, no pierde oportunidad de tomarle siempre la
delantera. Cuando jugaban con los amigos en la edad escolar, Ilan bromeaba
abiertamente con los compañeros, hacía competencias típicas de los niños a
veces poco higiénicas o pudorosas, como ver quien orinaba o escupía más lejos.
También era capaz de hacer bromas pesadas, ser más cruel e irse a los puños sin
pensarlo dos veces.
Terminó por
dedicarse al comercio y ha tenido éxito en sus negocios, que han prosperado,
pero es una persona con una moral muy relajada, interesado y superficial. Por qué a él le han resultado las cosas siempre
más fáciles? Se preguntaba, imaginando, como en otras situaciones, que hablaba
con su psiquiatra. Si yo he sido tan cuidadoso y me he esforzado tanto! Dediqué mi vida a
trabajar para poder ganarme la vida y mantener a mi familia y ¿qué he logrado a
la final? Ilan se ha ganado la vida de una forma espontánea y casi gratuita. El
simplemente hace lo que le provoca, ha sabido moverse y relacionarse. ¿Es así
como me paga Dios? ¿Y por qué parece premiarle a él?
En su conversación
interna proseguía: Claro, Rosángela ha soportado ese trote porque tiene su
propia vida resuelta. Se dedica a organizar los campamentos en la Hacienda de
sus padres. Esto absorbe casi todo su tiempo. En su mismo trabajo coincide con
sus padres e hijos, de manera que tiene todo lo que necesita a la mano. Ilan
viene a ser como una especie de cometa con su propia orbita que viene y va,
siempre alrededor de ella, a veces más lejos otra veces más cerca.
En cambio, en mi
caso, cuando yo trabajaba mucho Susana se sentía sola y me lo reprochaba. Ahora
que me ha tocado estar más en casa y he querido disfrutar más de nuestra
relación, ella resulta que quiere libertad. Los niños en sus distintas edades,
siempre demandaron atenciones y cuidados cada uno en su etapa. Al pensar en sus
niños se le salieron las lágrimas.
En mi vida las
piezas nunca encajaron; eran como piezas de diferentes rompecabezas. Es muy
triste que Susana y yo hayamos llegado a esta situación; casi nos saludamos,
actuamos como dos extraños en la misma casa. Creo que las cosas han empeorado con
la condición de mamá. Ella necesita muchas atenciones y esta ha sido toda una carga
para Susana. Tal vez por eso continuamente habla de su libertad.
Imagino que a Ilan
no le va a gustar mucho mi idea de que se lleven a mamá para la hacienda y
mucho menos a Rosángela. Pero, ¿y cómo hacer? Debo salvar el matrimonio, y con
mamá viviendo con nosotros es imposible. Ya estoy harto de tener a mamá en
casa; cada vez que me ve me dice “papiiito”, con los ojos entornados y
vidriosos, como a punto de llorar, mientras eleva sus manos haciendo gestos de
que quiere acariciarme. Le huyo cada vez que me viene con eso!
Lo que Ilan no
sabe es que David se siente asfixiado en su supuesto mundo perfecto. Viene a
pocas cuadras y camina lentamente. Se ve abstraído y un poco despistado. Ha
fumado varios cigarrillos en la caminata desde la estación del metro. A pesar
de estar una muy cerca del lugar donde se encontrará con su hermano, prefiere
quedarse una estación antes y caminar el trecho restante, de manera de poder
pensar en sus asuntos.
La euforia de los viajes,
el cambio constante de rutina y el sexo con diversas mujeres le da mucha
energía. Cuando le toca pasar unos días en Caracas suele aburrirse, máxime si
Rosángela coincide en el apartamento.
Cuando en sus
primeros años salió a hacer mundo y crecer en el mundo del comercio, gustaba de
socializar en un club caraqueño muy concurrido. Allí podía complacerse en
algunos de sus gustos más destacados: la carne y la bebida. Fue allí donde
conoció a Rosángela. Muy pronto
comenzaron a salir y luego a compartir con la familia de ella en su propia Hacienda,
donde también se pueden hacer múltiples paseos y picnics. Por primera vez,
sintió un arraigo allí con ellos.
En sus primeros
años juntos, al llegar de sus viajes sentía un alivio de tener un nido, un
lugar donde volver, gente que lo estuviera esperando. Rosángela preparaba paseos
y sus hijos se entusiasmaban a unirse en estas salidas. Pero en la medida que
los muchachos crecieron ya ella no veía con mucha novedad sus llegadas. No le
provocaba salir y querría descansar y seguir trabajando en las cosas del
campamento que nunca acaban.
¿Que voy a hacer
con mi vida ahora? Se decía mientras sacaba otro cigarrillo. !Ya no me gusta
volver a casa! Decía mientras se miraba en un espejo de una tienda. Sonrió para
enmascarar su tristeza mientras se miraba al espejo. No quería que su hermano conociera
sus sentimientos más profundos. Se
aseguró de disimular su verdadero ánimo.
David en cambio -pensó-
tiene toda su vida organizada y cronometrada; seguro que ya me está esperando
desde hace rato! Mientras yo tuve que trabajar desde joven él leía cuentos y
novelas y luego a estudiar a la Universidad. Para mamá él siempre ha sido su
orgullo! Por sus diplomas, por los libros escritos, por trabajar en el canal. Tendrá
muchos títulos y cargos pero no sabe disfrutar de la vida.
Siempre se tiene que
hacer todo a su gusto, como él quiere y cuando él lo desea. Claro, por eso
tiene un trabajo de horarios. Pero qué bueno que es así, porque si no quién se hubiese
hecho cargo de mamá!
Yo mientras tanto,
pago las cuentas y soy el que no duerme bien. Los gastos siempre exceden los
ingresos. Para toda la familia yo soy el ricachón que tiene que cubrir todas
las deficiencias. Mi vida apesta!
En ese momento
cruzó la esquina y se hizo visible ya para David, quien estiraba el café en la
taza. Al verlo, David sintió que su corazón se aceleraba. Recordó la época en
Buenos Aires en que Ilan salía con el malandro que los tenía secuestrados en
casa, sin ningún sentido crítico, solo por el interés de vender cigarrillos y
tabaco en los bares. Sintió asco.
Ilan, por su
parte, se dio cuenta que David estaba sentado allí. Trató de caminar un poco
más rápido y estiró los músculos de su cara y abrió los ojos para mirarse más
relajado. Siempre se sentía un poco tenso con su hermano, porque percibía que no le miraba con buenos ojos.
Víctor Calzadilla
Víctor Calzadilla
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