Cuando
pienso en “los hombres de mi vida”, lo primero que siento y evoco es al primer hombre
que conocí, quien me dio la vida, mi padre… papi, como lo llamaba.
Un hombre de
mesura en su rostro que inspiraba respeto, trabajador, muy conservador y además
con una gran dedicación familiar.
Un hombre
con quien tuve muchas diferencias en mi juventud rebelde; con quien discutía y
ponía siempre mi opinión delante de la suya, pero siempre él me recordaba: “yo soy
tu papá y la experiencia la llevo conmigo”.
Un hombre
con una extraña combinación de amor, celos, justicia, ternura y razón, lo cual
me confundía haciéndome retar más aún su autoridad de padre.
Me enseñó el
respeto a los demás, el amor por la lectura, la dedicación por los estudios y
el trabajo y hasta el disfrute por un buen partido de football.
Papi fue
siempre un ejemplo de buen padre, buen esposo, buen hijo. Leal con sus amigos y
familiares que lo llevó a buenas y no tan buenas experiencias, haciéndolo más
humano y más unido con su familia.
Papi: Siempre
te recordaré y te tendré presente porque con tu vida y modelaje aprendí a ser más
fuerte, a ser la mujer que hoy soy, luchadora, intensa, responsable y a saber
escoger al otro hombre de mi vida, mi amado esposo.
Gracias PAPI
por todo lo que me distes, por enriquecer todo lo que hoy soy y en cualquier
lugar que estés en compañía de Dios y la Virgen del Carmen, siempre
te amaré…
Janet Jiménez
Julio 2015
Muy bello tu relato Janet, gracias por compartirlo y permitirnos conocer a tu padre y ahora poder entender de donde proviene y porque es tan bella persona nuestra querida Janet.
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