En el transitar adolescente, al igual que las niñas quería
parecerse a Marilyn Monroe o Britney Spears (más hacia esta década), John Wayne
era sin lugar a dudas una referencia.
A ver. Las ganaba todas. La protagonista femenina, aunque
maltratada o por lo menos no valorada por el personaje, se desvivía por el tipo.
Le respetaban sus pares y sus enemigos le temían.
Aunque le odiaban (sus enemigos), a muerte como era de
esperar, sabían que con aparente desdén hacia el valor de la vida, serían
ultimados nada más y nada menos por John (el personaje en realidad). Imagino que no era lo mismo ser extra y morir
de manos de un actor de segundo nivel que por la acción del “papá de los helados”
Los Indios eran los malos y los “cowboys” los bondadosos, habilidosos, razonables y dueños de la
verdad. Los indios no contaban ni siquiera con un actor que no fuese un musiú
pintado de indígena.
Los valores eran maleables, adaptables a la capacidad dialéctica del
escritor.
No es menester de este escrito hacer una crítica del “western espagueti” ni de los valores
norteamericanos. La crítica parte de los falsos modelos que compramos, en cada
época, en cada adolescencia.
Cesar Yacsirk pero Manrique (no Roa) fue un hombre en mi
vida cuyos valores siempre quise imitar y sus errores evitar (algunos para
hacer honor a la verdad, me persiguen).
La vida lo colocó
como papá, cosa que agradezco.
Desde esta colina del tiempo, tengo más edad ahora que la edad que dejo en esta tierra. Según entiendo, su adolescencia transcurrió
en una ciudad colombiana hasta que, producto de revueltas y disparos fue
empujado a la apacible Venezuela.
En aquella época donde la palabra bastaba, el grupo de inmigrantes
se registro como venezolano. No sé si esto estuvo bien o mal. El hecho es que
sucedió.
Aunque esta etapa de su vida posterior a su entrada a
Venezuela no ofreció nunca mucha claridad, si supe que hubo un recorrido entre
auxiliar contable, radiotécnico y hasta extra de Venevisión. ¿Recuerdas Casos y Cosas de Casas?, bueno era
el vecino.
A los 30 años, sin haber culminado el bachillerato,
les comunica al grupo familiar… ¡Voy a estudiar medicina ¡!!
Yo no habitaba este plano, pero estoy seguro que, desde
donde estaba, escuché las carcajadas a
mandíbula batiente de su entorno. ¿Cómo un anciano de 30 años iba a estudiar
medicina?
Para no hacer largo el relato, con ayuda de mi mamá y un
tren de vida poco saludable, culminó estudios de pregrado y postgrado en Ginecología y Obstetricia. El
estilo de vida que adoptó fue en definitiva el que conspiro a una muerte precoz
a los 45. Digamos que se disfruto el lauro 6 u 8 años.
Nunca fue ni será de mi interés evaluar o criticar al héroe
de esta historia. Imagino que desde el punto de vista de sus adversarios, serán
muchas las cosas de las cuales conversar. Desde la visión de quienes les falló,
o desde la óptica de las personas a quienes ofendió, puede haber mucha tela que
cortar.
No sé si era malo o bueno, indio o vaquero. Solo sé que
recibí un legado de carne y hueso. Un legado que me muestra el valor de la
perseverancia como norte y la advertencia de cuidar el vehículo que me lleva
hacia los logros.
Me mostró el valor de defender sus convicciones, de
perseguir sus sueños.
Me permitió conocer, a través de una alumna traída al mundo
por él, la importancia de la vida de las personas a quienes tenemos la ocasión
de impactar. Me permitió entender desde la emoción y no de la razón, lo que
significa vivir la vocación.
Al carajo John...Gracias Papá
César Yacsirk
30 de julio de 2015
Agradable e interesante tu relato Cesar, gracias por compartir intimidades de tu padre. Una gran enseñanza, como con la perseverancia se alcanzan los sueños y metas. Que las cosas buenas que aprendiste de tu padre ayuden a muchos otros con tu guia y apoyo. Saludos
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