¡Alto!
A penas pude escucharlo. El gorro me tapa las
orejas. En el nuevo horario solo estamos mi esposo y yo, hay dos entrenadores
nuevos que, a su vez, están entrenando. Me siento de lujo porque tengo mi
propio entrenador personalizado. Me doy cuenta de que esto también ha incrementado
mi compromiso, respeto su tiempo y su trabajo.
Vamos a corregir la técnica. Hay unos detalles en la
brazada y en la patada. Usa esto, lo pones entre las piernas, presionas y
pateas. Mantén la cadera arriba. Domina tu peso.
Me dijo.
Respiré profundo, visualicé la instrucción, me conecté con su frase. ¿Sabrá mi entrenador la poderosa frase que me dijo? Domina tu peso. Hago el llamado de atención en mi mente. Mente, domina a este cuerpo, SER domina tu mente. Fluye. A nadar.
Hace un tiempo descubrí que me gusta correr. Cuando
corro soy muy libre. Me gusta andar a mi ritmo, liberar pensamientos, sentir el
sol de la mañana, la brisa, incluso cuando empiezo a correr y de pronto cae
aquel palo de agua me siento feliz porque me es como si fuera niña de nuevo. Me
gusta correr al aire libre, ver el verde, oler la naturaleza, respirar. Me
gustan las carreras, cada vez que voy a una carrera me conecto con una
maravillosa energía colectiva que se ha convertido en una rareza en estos
tiempos.
Una vez corrí 21 km en Caracas. Fui muy feliz. Me
superé a mi misma, me di cuenta de lo que era capaz, aprendí mucho de mi ese
día, observé, reflexioné, medité. Crecí. Cuando crucé la meta una parte de mi
ya no era la misma. Fue una experiencia transformadora.
Ahora soy mamá. Cada vez me cuesta más encontrar un
tiempo para correr así que, mientras encuentro ese espacio para correr, lo
intento con la natación.
Empecé a nadar en el embarazo. Hay algo simbólico en
eso porque empecé con la natación justo cuando hice la pausa en correr. Como
con todas mis actividades físicas no soy tan constante como me gustaría, pero
ahí voy.
Con la natación me he redescubierto. Con cada sesión
aprendo algo de mi cuerpo pero también ha significado un espacio para la meditación
y la atención plena. Despejo mi mente.
Respiro.
Cuento 1, 2, 3, 4, respiro. Pateo, siento el agua
entre mis piernas, me traslado. Deslizo la mano dentro del agua. Avanzo.
Una hora más tarde no sudo pero siento el efecto del
ejercicio en mi cuerpo. Tomo una ducha rápida, salgo relajada y feliz.
Nayari Rossi Romero.-
15/03/2016
Inspirador querida Naya, muchas gracias.
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