EL EJERCICIO FISICO
Hace ya varios años que inicié mis ejercicios físicos caminando todas las mañanas por los alrededores de mi casa. Se trata de unos 3 Kilómetros aproximadamente que recorría en principio acompañado de un amigo. Un día nos pusimos de acuerdo para observar los comportamientos de las personas que encontrábamos a nuestro paso.
Nos llamó la atención un vecino que parecía sacar a pasear diariamente su
careta de amargura por el vecindario. Cuando lo saludamos, bajó la mirada y
refunfuñó una especie de gruñido. Otros ivan concentrados con sus audífonos. Una me dijo que caminaba
con ellos porque no podía dejar de escuchar las noticias - Como si fueran
tan buenas, pensé para mis adentros-
Pero la que más nos llamó la atención fue una señora joven, en sus vistosas lycras deportivas y elegantemente combinada, que sin
interrumpir su trote rápido nos gritó: ¡Hola, Buenos días!, ¿Cómo están?
Más adelante mi amigo me dijo: esa
debe ser maracucha. ¿Porqué? -Le pregunté -
Bueno por la forma en que saluda, con esa alegría y entusiasmo. A partir de ese momento comenzamos a
llamarla, entre nosotros, "la maracucha". Allá
viene "la maracucha"
decíamos, cuando la veíamos aproximarse.
Le comenté a mi esposa -que no es celosa-
pero no sé porque me da la impresión de que en esta ocasión algo sintió, y lo
digo por la forma en que me preguntaba diariamente al regresar de mis
caminatas: ¿Y hoy vieron a la maracucha?, menequeando su cabeza.
El ejercicio de observación lo realizamos una sola vez, pero fue muy
fructífero en enseñanzas. Sentimos que la actitud con que asumamos el ejercicio
físico es primordial para poder obtener todos sus beneficios, tanto corporales
como psicológicos. Si ha sido una recomendación médica, no lo veamos cómo una
obligación, hay que estar convencidos de que nos va a hacer bien, realizarlo
con entusiasmo y siempre sonreídos. ¡Salgamos entonces con nuestro mejor semblante!
En segundo lugar, no
desaprovechemos la oportunidad para
reencontrarnos con la naturaleza. ¡Dejemos
esos audífonos en casa! Disfrutemos la brisa fresca que acaricia nuestros
rostros, la luz de los primeros rayos del sol y el bullicio de las guacharacas.
Admiremos el colorido de las trinitarias y las áureas alfombras con que tapizan
el piso los araguaneyes. Asombrémonos de la cantidad de hojas y semillas que
sueltan los Caobos y agradezcamos que no
los tenemos sembrados al frente de
nuestras casa.
En tercer lugar, cuando el ejercicio se hace acompañado de otras
personas, es ocasión para socializar, construir amistades y cultivar relaciones
positivas. Hay quienes no saludan, es verdad, pero fijémonos en la decenas de
personas amables que si lo hacen. Por saludar nos hicimos amigos de Marlene y
Francisco, Josefina y Eleazar, Eva María y Giovanni, excelentes personas
con las cuales mantenemos una bella amistad, vecinos lejanos, pero ahora muy cercanos en nuestros afectos.
Nota: Meses después me conseguí con "la
maracucha" en un momento de descanso de su rutina de ejercicios. Aproveché
para acercármele y revelarle como la
llamábamos y porque. Se rió mucho de nuestra ocurrencia, pero dijo estar
muy orgullosa de ser valenciana. Desde ese momento, cada vez que me ve, en su
trote rápido me grita a lo lejos: " ¡Hola maracucho!"
Lionel
Alvarez Ibarra
Marzo 2016
Lionel, comparto tus enseñanzas, sobre todo la de la observación. Creo que hacer ejercicio nos hace ver el entorno con otra mirada, pero para mi el ejercicio de observación más importante es el que hacemos hacia lo interno. Gracias por compartir tu experiencia.
ResponderEliminarLionel, comparto tus enseñanzas, sobre todo la de la observación. Creo que hacer ejercicio nos hace ver el entorno con otra mirada, pero para mi el ejercicio de observación más importante es el que hacemos hacia lo interno. Gracias por compartir tu experiencia.
ResponderEliminarGracias Lionel por tu texto inspirador, lleno de buen humor y buenos consejos.
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