lunes, 14 de marzo de 2016







EL EJERCICIO FISICO

Hace ya varios años que inicié mis ejercicios físicos caminando todas las mañanas por los alrededores de mi casa.  Se trata de unos 3 Kilómetros aproximadamente que recorría en principio acompañado de un amigo. Un día nos pusimos de acuerdo para observar los comportamientos de las personas que encontrábamos a nuestro paso.
Nos llamó la atención un vecino que parecía sacar a pasear diariamente su careta de amargura por el vecindario. Cuando lo saludamos, bajó la mirada y refunfuñó una especie de gruñido. Otros ivan concentrados con sus audífonos. Una me dijo que caminaba con ellos porque no podía dejar de escuchar las noticias - Como si fueran tan buenas, pensé para mis adentros-
Pero la que más nos llamó la atención fue una señora joven, en sus vistosas lycras deportivas y elegantemente combinada, que sin interrumpir su trote rápido nos gritó: ¡Hola, Buenos días!, ¿mo están?
s adelante mi amigo me dijo: esa debe ser maracucha. ¿Porqué? -Le pregunté -
Bueno por la forma en que saluda, con esa alegría y entusiasmo.  A partir de ese momento comenzamos a llamarla, entre nosotros, "la maracucha". Allá viene "la maracucha" decíamos, cuando la veíamos aproximarse.
Le comenté a mi esposa -que no es celosa- pero no sé porque me da la impresión de que en esta ocasión algo sintió, y lo digo por la forma en que me preguntaba diariamente al regresar de mis caminatas: ¿Y hoy vieron a la maracucha?, menequeando su cabeza.

El ejercicio de observación lo realizamos una sola vez, pero fue muy fructífero en enseñanzas. Sentimos que la actitud con que asumamos el ejercicio físico es primordial para poder obtener todos sus beneficios, tanto corporales como psicológicos. Si ha sido una recomendación médica, no lo veamos cómo una obligación, hay que estar convencidos de que nos va a hacer bien, realizarlo con entusiasmo y siempre sonreídos. ¡Salgamos entonces con nuestro mejor semblante!
En segundo lugar,  no desaprovechemos la  oportunidad para reencontrarnos con la naturaleza.  ¡Dejemos esos audífonos en casa! Disfrutemos la brisa fresca que acaricia nuestros rostros, la luz de los primeros rayos del sol y el bullicio de las guacharacas. Admiremos el colorido de las trinitarias y las áureas alfombras con que tapizan el piso los araguaneyes. Asombrémonos de la cantidad de hojas y semillas que sueltan los Caobos y agradezcamos  que no los tenemos  sembrados al frente de nuestras casa.

En tercer lugar, cuando el ejercicio se hace acompañado de otras personas, es ocasión para socializar, construir amistades y cultivar relaciones positivas. Hay quienes no saludan, es verdad, pero fijémonos en la decenas de personas amables que si lo hacen. Por saludar nos hicimos amigos de Marlene y Francisco, Josefina y Eleazar, Eva María y Giovanni, excelentes personas con las cuales mantenemos una bella amistad, vecinos lejanos, pero ahora  muy cercanos en nuestros afectos.

Nota: Meses después me conseguí con "la maracucha" en un momento de descanso de su rutina de ejercicios. Aproveché para acercármele y revelarle como la  llamábamos y porque. Se rió mucho de nuestra ocurrencia, pero dijo estar muy orgullosa de ser valenciana. Desde ese momento, cada vez que me ve, en su trote rápido me grita a lo lejos: " ¡Hola maracucho!"

Lionel Alvarez Ibarra
Marzo 2016

3 comentarios:

  1. Lionel, comparto tus enseñanzas, sobre todo la de la observación. Creo que hacer ejercicio nos hace ver el entorno con otra mirada, pero para mi el ejercicio de observación más importante es el que hacemos hacia lo interno. Gracias por compartir tu experiencia.

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  2. Lionel, comparto tus enseñanzas, sobre todo la de la observación. Creo que hacer ejercicio nos hace ver el entorno con otra mirada, pero para mi el ejercicio de observación más importante es el que hacemos hacia lo interno. Gracias por compartir tu experiencia.

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  3. Gracias Lionel por tu texto inspirador, lleno de buen humor y buenos consejos.

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