A lo largo de mi vida, la actividad deportiva ha sido un
amigo fiel. En momentos ha sido muy cercano, en otros se ha alejado. Pero como
amigo fiel, siempre regresa y me muestra su mejor rostro: el beneficio de mi
salud.
En mi juventud inquieta siempre estuvo a mi lado. Gimnasia,
bicicleta, patines y sobre todo el Volleyball
que me acompañó desde el bachillerato hasta toda la universidad, donde mi mejor
experiencia fue pertenecer al equipo de la USB llevando con orgullo su uniforme
distintivo: negro y amarillo. En esa época la actividad física era intensa; entrenaba
tres veces a la semana con el equipo y otros tres días con ejercicios para
desarrollar resistencia, agilidad y fuerza. Fue una época de amistad viva y de mucho
conocimiento individual, el cual me ayudaron a forjar mi personalidad, carácter
y autoestima.
Pasaron los años y mi amigo se fue transformando. Inicié mi
vida profesional y el de mi propia familia; ya no era dueña de mi tiempo y la amistad con el deporte se alejó un poco y
cambió de energía. Solo en dos horas a
la semana nos veíamos para hacer los ejercicios aeróbicos de Jane Fonda y
bailar al estilo de Jhon Travolta. Emocionada me compré mis mallas de colores,
cintas en la cabeza y calentadores para estar con el uniforme adecuado. Fue un
cambio drástico de ejercicios donde divirtiéndome mantenía mi amistad deportiva
en movimiento y acorde con la dedicación que podía conservar.
Y como la vida sigue girando cambiando las actividades, los
gustos y experimentando nuevas sensaciones, mi amigo el deporte me llevó a
pertenecer a un club con gimnasio. Allí
experimenté nuevos sabores deportivos: step, tae bo, streching y combate. En esta nueva relación llevé mi cuerpo a movimientos
diferentes donde sentí músculos que no conocía. Aparecieron nuevos ejercicios
que me sorprendían y que con la música se hacían aún más interesantes. Fue una
etapa de amistad novedosa y curiosa donde aprendí mucho a conocer y escuchar mi
cuerpo.
Pasado el tiempo llegó la necesidad en mi vida de una mayor
calma. Descubrí el pilate y me atrapó. Esa amistad de muchos años, donde la
concentración y el disfrute del momento fue el capítulo cumbre, se convirtió en
una serena amistad deportiva.
Pero la vida siguió girando y ahora en un nuevo país me
encontré nuevamente con la necesidad de experimentar. En mi práctica diaria de
caminar y explorar encontré TecFit. Es un sistema de ejercicios de
electro-estimulación muscular donde entreno mi cuerpo con mayor intensidad. Ya
llevo tres meses y la experiencia me ha encantado. Ahora mi amistad con el
deporte es eléctrica, intensa y tecnológica.
Y así seguiré, caminando junto a mi amigo fiel, el
deporte, que me da energía, salud y lo más importante que me acompaña a
seguir viviendo con intensidad, curiosidad y amor a mí misma.
Janet Jiménez
Bogotá, Marzo 2016
Amistades peligrosas, jejeje. Qué bueno que tengas una fuente de bienestar tan clara y tan fiel querida Janet.
ResponderEliminarJanet, qué inspirador. Muchas gracias por compartirlo. Ya voy a ver qué es eso del TecFit :D
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