Hay una parte de mí que nunca creció y es una bendición que
haya sido así. ¡¡¡ Me encanta la
navidad!!! Cada célula de mi cuerpo y cada pedacito de mi alma vibran, como si
fuera una niña de cinco años, con cada detalle de los muchos que caracterizan
la época más linda del año.
Empezando por las luces navideñas, es increíble el “encanto”
que causa en mi esta maravillosa fantasía de colores y alegría. Entro en un estado de “hipnosis feliz” donde
NADA más puede distraerme. Arbolitos, nacimientos,
muñecos de nieve, entre muchos otros, siempre están bien cargados de estos mágicos y pequeños bombillitos. También
en calles y centros comerciales, se
disfruta de la creativa luminosidad navideña que se integra con la música
característica y única de este divino mes del año. En algunos países y ciudades, podemos
disfrutar de verdaderos espectáculos en jardines, avenidas y hoteles, donde solo con luces y música, se
crean escenarios majestuosos, sorprendentes y siempre felices.
Sin embargo, la alegría, la calidez y la cercanía humana que
surge en esta época es lo mejor de la
partida. Es aquí cuando la mayoría de
las personas te abren sus casas y corazones,
ofreciéndote con todo el amor lo mejor de sus deseos, compartiendo con
mucho cariño lo que tengan en sus casas,
solidarizándose más que nunca con las causas más necesitadas y
manteniendo siempre la mejor sus sonrisas. Pareciera que el resto del año,
estamos muy ocupados en otras cosas, pero en la temporada navideña es cuando
nos dedicamos a dar y recibir mucho amor y alegría.
Sin olvidar el maravilloso significado que representa para
los creyentes un nuevo nacimiento del Niño Dios; es la renovación de nuestras
almas en la más grande de las esperanzas.
En resumen, en esta época del año, de manera espontánea y “mágica” cambiamos de actitud y estamos especialmente dispuestos a revivir
toda esta alegría, dando y recibiendo mucho amor, paz y sonrisas.
Sin embargo, algo diferente está ocurriendo para muchos
venezolanos este diciembre. Momentos muy difíciles han ensombrecido la alegría
y el entusiasmo de este último mes del año. La tristeza y el dolor que algunos sienten
representa un obstáculo enorme que no han podido saltar. Otros piensan que no
hay navidad porque no hay con que festejar: las dificultades económicas para
acceder a hallacas, pan de jamón y regalos, han bloqueado algunos espíritus
navideños.
Si bien todas estas costumbres han sido iconos y costumbres
de las vivencias de la época, ninguna de ellas hace falta para disfrutar la
alegría de las luces, la música y los adornos
navideños, aunque sean los mismos de años
anteriores. Hacer renacer nuestros
mejores deseos y cariño por el amigo, el vecino o el hermano, compartiendo lo
poco o mucho que tengamos, sigue siendo Navidad, aun sin pernil o Ponche Crema. Vivir
la bendición del nuevo nacimiento del Niño Dios es nuestra opción eterna.
Entonces, si cada venezolano se propone revivir el verdadero espíritu
de esta época, este 2017 también tendremos una bonita navidad.
Un abrazo MUY grande a cada uno y mis mejores deseos para que
disfrutes, nuevamente y a plenitud, la “Magia de la Navidad”.
Maigualida Boedo Paz
Diciembre 2017
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