LA MAGIA DE LA NAVIDAD
En diciembre de 1914, en plena Primera Guerra Mundial, aconteció algo que algunos han atribuido a la magia de la Navidad. Comenzó en la víspera del 24, cuando las tropas alemanas comenzaron a celebrar y cantar villancicos, y las británicas, en las trincheras al otro lado, respondieron con los mismos cantos en inglés. Continuaron gritándose saludos y algo inesperado ocurrió, soldados de ambos bandos salieron de sus trincheras, caminaron hacia el territorio contrario, se encontraron, se abrazaron e intercambiaron obsequios como bebidas y galletas. Fue algo inédito, duró pocas horas y pasó a la historia como la "Tregua de Navidad".
El espíritu de la Navidad es misericordioso y hace acto de presencia en momentos tan tristes y dolorosos como la guerra. Hay relatos de como prisioneros en campos de concentración apartaban espacios, hasta donde se lo permitían, para reunirse, cantar, recitar poemas y hasta contar chistes para satirizar su vida en cautiverio y ayudarse a olvidar por un momento la cruel realidad.
Nuestro país está viviendo una crisis humanitaria, los días más difíciles y dolorosos de nuestra historia contemporánea. Miles de compatriotas están siendo afectados en sus necesidades más fundamentales. Estas circunstancias adversas que nos tocan vivir no nos pueden amilanar, todo lo contrario, hacen que esperemos con más ansias la magia de la Navidad, algo que nunca nos podrán quitar, porque la llevamos muy dentro de nuestros corazones y los sentimientos no son expropiables.
Una magia que hará que nuestras tristezas por tener a nuestros hijos lejos, se transforme en una paz espiritual de tan solo pensar que en donde se encuentren están más seguros y ante un futuro mejor. Una magia que nos hará salir de nuestras trincheras de la tristeza y el abatimiento para rodearnos de amigos y familiares con actitudes positivas, para sonreír, reír y amar. Nos hará valorar tantas cosas que ahora nos faltan, pero que cuando abundaban no las supimos apreciar.
No podemos dejar pasar la ocasión de saborear esa magia que nos recuerda que contamos con la fe en Dios y la esperanza en el porvenir, con las fuerzas de la oración y el sentido de humor. Quizás tendremos unas navidades con escasez de fuegos artificiales, pero ello nos dará la oportunidad de ver la belleza de una serena noche estrellada. Probablemente el tradicional intercambio de obsequios no será tan abundante como en años anteriores, pero se transmutará en agradables conversaciones y cálidos abrazos. El más pequeño detalle, dado con amor es más valioso que el más costoso de los regalos.
La tregua la tenemos que iniciar nosotros para facilitarle la llegada a la magia de la Navidad. Por supuesto que existen decenas de motivos para sentirnos derrotados y con nuestro estado de ánimo por el suelo, pero dejar por un instante las quejas y lamentos, y apreciar y agradecer la cara positiva de nuestras vidas le tenderá un puente de entrada a la magia. Adornemos nuestras casas, así los adornos sean de años pasados, montemos nuestros pesebres y arbolitos y conservemos nuestros rituales navideños.
Como el mago que tiene un sombrero repleto de sorpresas, la magia de la Navidad acudirá a nuestros corazones, de dónde sacará todo lo bello que albergamos, de seguro encontrará mucha fe y esperanza por un futuro mejor. Nos hará más tolerantes y solidarios, y nos premiará reviviendo nuestras navidades de niños, aquellas alegres y llenas de sueños e ilusiones.
Así la tregua dure solo unas horas, bien valdrá la pena. La Navidad es para sentirla y vivirla, comprender su verdadero significado y practicar nuestras virtudes cristianas. Celebremos el nacimiento del Niño Dios.
¡Feliz Navidad!
Lionel Álvarez Ibarra
Diciembre 2017
«Gloria a Dios en en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres de buena voluntad.»
Lucas 2:14
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