GUAYABOS MIOS
En un rosario de perlas blancas,
llevo colgados todos y cada uno de mis guayabos.
Cuando estoy en modo guayabo,
Hasta las metáforas se me esfuman y se esconden.
La piel de mis recuerdos se arruga,
ante el gélido brindis de las despedidas.
Con mis ojos cerrados he agitado muchas veces,
el pañuelo de un hasta pronto, o quizá, hasta nunca.
No sabemos el peso emocional de privarnos
del beso y el abrazo de quienes amamos,
los años muchas veces terminan convirtiéndonos,
en etiquetas familiares descoloridas y acaso olvidadas.
Mi actual guayabo tiene el rostro de Iker y Ainara.
Ella me pinta su poesía:“abue, quédate a vivir conmigo para siempre”.
Mis ojos puertas del alma no controlan emociones,
Iker pincha mi lágrima y remata:”¿abuela, estás triste?”…
Quiero estar siempre de estreno en sus vidas,
sembrando el trigo del amor y florecer en sus frutos.
Quiero ser la palabra sutil y hermosa,
que penetre en sus almas como bálsamo fresco y sabio.
Mi guayabo no quería salir de mi,
reacio a imprimirse en mis letras blancas.
Lo amenacé con armar mi poética oral,
y llorar hasta que un charco de lágrimas lo ahogara.
Hay guayabos dulcemente intensos,
que hago de ellos mi placer y mi tristeza,
con las declaraciones secretas de amor:
“eres mi abuela favorita”,
”eres la abuela mas divertida del mundo”,
“abuela payasita, te amo”.
El guayabo no es malo cuando el amor es grande,
y vienen en bomboncitos de chocolate negro y guayaba…
en melcochitas cremosas y rojitas,
endulzándonos la vida… antídoto de la soledad…
GUDELIA CAVERO
Bella tu poesía mi querida Gudelia, como siempre. Pero veo que logras superar el guayabo que te hacen sentir la distancia de tus nietos, gracias al amor y la fe, únicos elixires mágicos que pueden hacerlo. Muchos saludos y que Dios te bendiga.
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