ARTE Y BIENESTAR
Estaba disfrutando de una agradable reunión en casa. Éramos pocos, solo cuatro parejas, y la mayoría ingenieros; esos profesionales que vemos incursionando en áreas en donde uno menos espera. Comenzamos como siempre, tratando de arreglar el mundo. Julián trajo al tapete el tema de la educación y la necesidad de cambios para adaptarla a los requerimientos actuales. Hasta se atrevió a proponer materias que, en su criterio, deberían eliminarse de los programas de estudios.El tema no es nada nuevo, desde hace ya bastante tiempo, muchos especialistas han venido alertando de esa necesidad, argumentando que se trata de un sistema educativo obsoleto, diseñado con la revolución industrial, y dirigido a proveer profesionales para cubrir las necesidades de las organizaciones, cuando el verdadero enfoque de la educación, debe ser aquel que realmente nos prepare de una manera integral para la vida.
Julián, el más entusiasta "reformador" del grupo, luego de varios tragos de bebida espirituosa, se preguntaba para que nos había servido, por ejemplo, haber cursado Educación Artística.
Su argumento hizo que me transportara a mis clases de bachillerato. Recordé con cariño esa asignatura, que cursé con interés y dedicación. Disfruté conocer y aprender sobre las diferentes manifestaciones artísticas del hombre a lo largo de la historia, y cuando tuve oportunidad de viajar, ese conocimiento básico, me fue muy útil para apreciar mejor las reliquias arquitectónicas y el patrimonio artístico de muchas ciudades.
Por supuesto, no todos tienen porque emocionarse al ver una obra de arte, algunos ni siquiera les llama la atención. Ese desinterés por las artes lo aprecié en una experiencia que viví en Italia. Estando de vacaciones en Venezia, nos conseguimos con tres venezolanos, también estudiantes de la universidad en Londres, que acababan de llegar ese día, pero se dirigían a la estación de tren a comprar pasajes para continuar su viaje, porque Venezia, en tan solo pocas horas, les había parecido ¡una "porqueria"! Indudablemente que la apreciación por la belleza no estaba dentro de las fortalezas personales de esos muchachos.
Julián pareció entender mi explicación del beneficio que a manera personal me había brindado cursar la materia, pero luego de servirse otro trago, reformuló la pregunta de otra manera: ¿en qué nos había sido útil la Educación Artística para la carrera de ingeniería?
A primera vista pareciera no ser de utilidad dentro de una carrera tan técnica, pero hay estudios que demuestran lo contrario. Muchos investigadores, entre ellos Ken Robinson, reconocido educador británico, recomienda -a diferencia de lo que sugiere Julián- incorporar más actividades artísticas en los diferentes niveles de enseñanza.
Los sistemas educativos tradicionales se esmeran en estimular principalmente el pensamiento lógico y racional, aquellas cualidades como el orden, el análisis, el cálculo y todo lo cuantitativo que enmarca el hemisferio izquierdo del cerebro. Todas esas cualidades, sin lugar a dudas, son muy importantes, pero se está dejando de lado el hemisferio derecho, aquel que nos conecta con la emoción, la creatividad, la imaginación y la curiosidad.
Ana María Cotes (Master en Neuropsicología en el área educativa), considera que el arte es una de las mejores maneras de estimular el hemisferio derecho, integrando la emoción con el pensamiento, convirtiéndose en un aliado estratégico de la educación. Ken Robinson va más allá, y es más específico, indicando que dentro de esas artes, además de la pintura y la música, se le debe dar valor a la danza y al teatro, disciplinas que además, incorporan a todo el cuerpo en los procesos de creatividad e imaginación.
Esa estimulación del hemisferio derecho, que se logra a través del arte, será beneficiosa en cualquier actividad en que se desempeñen, porque toda esa creatividad, imaginación y curiosidad, serán útiles en cualesquiera de las disciplinas que escojan y en todos los espacios de la vida misma.
En definitiva, el arte es imprescindible en la educación, porque permite que los estudiantes adquieran competencias sociales y emocionales, básicas para su bienestar y desarrollo personal. Pero algo importante a entender, es que las mejores asignaturas no están todas en las escuelas, están en la vida; en esa capacidad de saber identificar nuestros mejores talentos y fortalezas, saberlos desarrollar para beneficio propio y ponerlos al servicio de otros.
Las personas que de manera innata logran experimentar éxtasis y admiración ante la belleza o la excelencia, ya sea en las expresiones artísticas o en las manifestaciones naturales - obras maestras del Creador-, cuentan con una vía rápida para fluir, sentir bienestar y felicidad.
Las horas habían avanzado y los primeros invitados comenzaron a despedirse. Julián vació lo último que quedaba de la botella, diciendo que era "la del estribo". A esos niveles etílicos, ya poco le importaban las materias del pensum, sin embargo, por si no había quedado convencido, le reiteré la importancia de no subestimar el arte en la educación ni en nuestras vidas.
Con la lengua medio enredada, le escuché decir: "Yo con mi arte tengo"
Lionel Álvarez Ibarra
Junio 2020
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