martes, 30 de junio de 2020

La naturaleza es una gran maestra en mi vida.

La naturaleza me abraza, me escucha, me comprende y me acompasa.
Tiene su lenguaje propio, una manera sabia de expresar a su interlocutor un mensaje único y acertado.

La observo, cierro los ojos y me imagino, recreando mis lugares preferidos y sagrados, en los que he estado. Ella ha sido mi fuente de emociones positivas y de bienestar. En esta cuarentena este ejercicio ha sido un refugio y una terapia que me conecta con la serenidad, la gratitud y la esperanza.

La naturaleza es como nosotros, los seres humanos, ¡vulnerable!  A los cambios climáticos: las lluvias, sequías, huracanes e inundaciones. También a los incendios, la contaminación o a la destrucción inconsciente de algunas personas. Nos enseña a ser resilientes y transformar las dificultades en oportunidades de crecimiento.

En mis momentos más difíciles,
en mis períodos de cirugías, quimio y radioterapia, el contacto con la naturaleza me permitió ir transitando esos momentos, mis miedos, mis dudas y mis tristezas.
Ella es mi gran sanadora, cada día tiene un mensaje y me da la oportunidad de encontrarme conmigo misma.

¡Gracias naturaleza!

Yvette Henriquez

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