6 MESES DESPUÉS, ¿AHORA QUIÉN SOY?
Hace ya más de seis meses que se inició este confinamiento que, en principio, se nos presentó como una "cuarentena", pero ya llegó a "cientochentena", sigue adicionándose días, y no sabemos hasta cuando.
En ese lapso por supuesto que hemos cambiado. Aunque veamos nuestro cuerpo como una estructura bastante permanente, gran parte de él se encuentra en estado de flujo constante. Muchas de nuestras células de marzo ya desaparecieron. De acuerdo con los biólogos moleculares, el cuerpo humano se reemplaza completamente a sí mismo, con un nuevo conjunto de células, en periodos de siete a diez años.
Por lo general, las personas cuando se observan diariamente en el espejo, no se percatan tanto de sus cambios, pero sí perciben los de sus allegados, cuando los ven. Haga una prueba y asista a ese reencuentro con sus compañeros de promoción. Se dará cuenta de lo deteriorado que se ve Eleuterio, el otrora galán del salón; también notará que de la belleza de Marcolina, y de aquel cuerpazo, solo quedan vestigios. Esa noche, sus oídos le zumbarán, por los comentarios que los asistentes estarán haciendo de usted y de su arrugado envoltorio.
No hay dudas de los cambios biológicos que debemos haber experimentado en estos seis meses, pero, ¿que decir de los cambios emocionales?
La pandemia puso al mundo "patas pa'arriba" e hizo cambiar nuestras costumbres, rutinas, y hábitos. Nos ha dificultado participar en nuestros rituales familiares: cumpleaños, bautizos, graduaciones, bodas... No haber podido acompañar en la enfermedad, ni despedirnos de nuestros seres queridos, ha sido doloroso. Todo ello provoca cambios continuos en nuestro estado de animo.
El cerebro, que está diseñado para la supervivencia, cuando se ve inmerso en un mundo tan incierto como el que ha creado la pandemia, lo percibe como de peligro, y se activa automáticamente el mecanismo del miedo, ese que nos prepara para la lucha o la huida. El doctor Mario Alonso Puig señala que, durante la activación, se libera mayor cantidad de cortisol en el torrente sanguíneo, afectando las defensas del organismo. Explica que en nuestro sistema inmune existe un "escuadrón élite", las llamadas células NK (del inglés Natural Killer), que son linfocitos entrenados específicamente para la destrucción de tumores y virus; y se ha conseguido que el exceso de cortisol neutraliza la efectividad de esos NK, dejándonos en desventaja ante el ataque viral. Es normal que sintamos miedo, pero es necesario llenarse de valor y defender todo aquello que merece la pena defender, que en este caso es nuestra vida.
¿Y ahora quien soy? Un ser cambiante, porque como decía Ortega y Gasset: "No somos participio, somos gerundio", queriendo indicar que no estamos hecho del todo sino que poco a poco nos vamos haciendo. No es fácil responder esa interrogante, porque el ser humano no tiene idea de quién es. Nos confundimos con lo que hacemos y lo que tenemos, que son cosas distintas. Somos como una cebolla envuelta en capas, las primeras capas representan lo que pretendemos o aparentamos ser. Conocernos, es pelar todas esa capas, hasta llegar a nuestra esencia, nuestro verdadero ser.
Una pregunta distinta sería: ¿qué cambios hemos percibido en nosotros, luego de estos seis meses?
Este sacudón nos está enseñando a ser más reflexivos, a reconocer nuestras virtudes y debilidades y a aceptar lo pequeño y vulnerable que somos. A valorar tantas cosas que antes ignorábamos y ahora estamos aprendiendo a apreciar: el amor, la amistad, la compasión, la cooperación, la fe, la esperanza, la gratitud, la humildad...¡la salud!
Disfruto y agradezco, por citar un ejemplo, el concierto que todas las mañanas, bien temprano, vienen a trinar decenas de pajaritos a mi ventana ¿venían ellos antes de la pandemia? Probablemente sí, pero no lo recuerdo, quizás no les ponía atención.
Ojalá, que en la travesía de esta tempestad, millones de personas puedan agregar valor a su Ser -con mayúsculas- hasta alcanzar un crecimiento personal y espiritual que los lleve a la mejor versión de sí mismos y puedan contribuir a un mundo post pandemia mejor.
Lionel Álvarez Ibarra
Septiembre 2020
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