SEIS MESES SABIOS Y DEMENTES
Se paró todo, con un estallido del
silencio
El mundo colgado en las ventosas de
un virus,
soplando de un solo tajo la
normalidad,
convirtiendo ciudades en tumbas
habitadas.
Se me vino de pronto el otoño
Se adelantaron las almas a morar la
eternidad
Las despedidas maniataron mi alegría
Y el miedo mordió mi médula con
rabia.
Todas las emociones se colgaron en
mi desesperanza
La incertidumbre se clavó en el
centro de mis sueños
Plácido el miedo tendió sus alas y
se acostó a dormir en mi cama.
Fui madrugada que abrazó la soledad
Soy un nudo que se ata y se desata
Soy otoño con muchas primaveras
Soy todas las estaciones
atropelladas…
Pero mi huracán interno está
amainando
Mi alma se va sosegando
Me soplan otros vientos
Mi borrasca interna se va alumbrando.
Comienzo a caminar por los campos
verdes de mi alma
A vivir en mi paraíso olvidado
A barrer astillas y limpiar lo que
me quita luz…
Empiezo a nacer otra vez.
Dejé de querer cosas, de sentir
cosas
De soñar trajes y viajes
Empecé a ensanchar mi cobija
espiritual
Empecé a amar mis miedos y mi
fragilidad.
La pandemia hizo gigante el amor
Lo di y lo recibí, rebosante en mis
vasos matutinos
Abundante mi plato diario de pan y protección
Abundante el potaje que de mis manos
salió.
La soñadora que me habita,
hace piruetas en mi fantasía.
El poeta que me sublima,
me convierte en su poema.
El pintor que me deslumbra,
pinta mi casa interna.
Encontré un potente condimento,
que de la paz brota. Sin importar,
si fui llanto ayer o si soy burbuja
hoy.
Soy más de lo que decido ser.
Gudelia Cavero Hurtado
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