martes, 24 de marzo de 2015

De nada vale saber

Cuando una amiga llora desconsolada por lo que ha llegado a su fin, no hay corazón -o agallas- para decirle que no importa cuán buena haya sido esa historia, un día revisará algunos de sus capítulos, y al releerlos se sentirá como anestesiada. Adormecida. Como ese pedacito de piel que el buen amante sabe que no debe tocar aún por segunda vez.

Una sabe que llegará el momento en el que ya no recuerde ese aniversario. Que llegará la mañana en la que el primer pensamiento no sea el mismo de los últimos amaneceres. Que tropezará con la hora en la que descubrirá que no ha llorado en la ducha, ni en el carro, ni escondida tras el monitor. Y que una noche, con el cachete sobre la almohada, se sorprenderá de que ni un sólo detalle del día le trajo algún recuerdo. 

Una sabe que un día de estos querrá evocar su olor y no será capaz.

Una tiene la certeza de que llegará la tarde en la que hablando de todo lo que ya hemos hablando alguna vez, ella por fin dirá con franqueza y no con el disfraz del orgullo, que ya no le importa. Y lo dirá de veras. 

Una sabe que la amnesia llegará.

Una sabe todo eso y más, pero no sirve de nada. Porque cuando nos enamoramos, todos volvemos a ser ingenuos. Para bien o para mal.

3 comentarios:

  1. Que lindo...el amor cree que será amor para siempre...

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  2. Angela: como dice la canción: "cuando están enamorá no ven lo que van a hacer" , por eso es que dicen que el amor es ciego.

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  3. Había olvidado que una amiga de otra amiga de una tía mía alguna vez fue así de ingenua. Que bien escrito, se lo mostraré a esa amiga de la amiga de mi tía.

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