Cuando pienso en ingenuidad no puedo
evitar pensar en los niños… Cuando mi hijo tenía
cuatro añitos y vió por primera vez mis fotos embarazada, me preguntó por qué
tenía esa barriga tan grande, y yo le respondí que era porque lo tenía a él adentro,
y mirándome con su carita pícara que lo caracteriza, me preguntó: ¿Tú me comiste?
No pude más que reírme a carcajadas y darle un abrazo muy fuerte y un montón de besos.
Generalmente la ingenuidad se asocia con ignorancia pero la sustenta una lógica
inquebrantable, ojalá no la perdiéramos nunca o por lo menos no aparentáramos
que la perdimos, ya que ocultándola se nos va su frescura y espontaneidad.
No se puede imitar, porque está emparentada muy de cerca con la
autenticidad, la valentía o el muy poco miedo, por no decir ninguno, al qué
dirán. La ingenuidad es una cuestión de fe, es color pastel y sabe a helado de
vainilla, suena a verdad y su mejor canción es la que se canta a todo gañote
sin importar desafinar.
No tiene intereses ocultos, ni hay que leerla entre líneas, es
franca y no se desgasta en lo subliminal, la acompaña una sonrisa honesta y una
mirada amplia que asemeja un lago en calma. Aunque se cree que el conocimiento
la extermina, puede permanecer contigo si mantienes la fe en la buena voluntad
de los demás a pesar de, si no la quieres perder, no dejes de creer.
Cree ingenuamente…
Katerina Rojas
Marzo 22, 2015.
En tres palabras: pre-cio-so jejeje. Me encanta: dulce, directo y franco, como tú.
ResponderEliminarExcelente, recuerdo a mi hijo preguntándome "¿de cual de las tetas salía el Toddy?"
ResponderEliminarMi querida Katerina: que bello lo que escribiste a partir de las ocurrencias de Ramón. Saludos
ResponderEliminarPerdón Katerina: quise decir que bello lo que escribiste a partir de las ocurrencias d Moisés. Ramón estaría mirando. Saludos
ResponderEliminarBreve, Bueno y Sustancioso! me encantó!
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