miércoles, 4 de marzo de 2015
La estampida del amor
Por Nayari Rossi Romero
Febrero 2015
El recuerdo vino a mi. No bajé a Maiquetía, mi amiga la astróloga diría que, como
soy cáncer, soy muy llorona. Le huí a la despedida. Me niego a ser la protagonista
de otra foto: plano detalle de los pies con zapatos Converse y fondo de Cruz Diez.
El recuerdo fue el pensamiento en loop del día. Trabajo, recuerdo, conversa con
cliente, recuerdo, conversa con amigos, recuerdo, leer Twitter, recuerdo. La
imagen, que hasta ahora creo que es más un invento de mi mente que un recuerdo
real, volvía como un asunto pendiente. Estaba yo, diminuta como una pulga de tres
años, rulitos saltones, ansiosa. No extrañaba a mamá. Entré corriendo sin saludar,
violando los protocolos, directo a la cunita. Me paré en puntas y me asomé, como si
se tratara de un abismo, a lo que desde ese momento sería el rostro de un amor
único.
No bajé a Maiquetía. Me quedé con el recuerdo. Reviviendo el amor en loop a lo
largo del día.
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