Martes
en la noche
La verdad, no sé cómo resolver este dilema. A veces la
veo como
una dulce y tierna doncella y otras como una temible "Viuda Negra". Vienen a mi mente rasgos de su cara, retazos de frases inconclusas, actitudes y gestos totalmente contradictorios entre sí. Es como si la imagen de Lorna hubiese estallado en mil pedazos y ahora, ante la imperiosa necesidad de reconstruirla, me encontrara con varias maneras posibles de reunir el rompecabezas. Una y otra vez pruebo diferentes posibilidades; pero después de este agonizante ejercicio llego a la siguiente conclusión: ¿quién es Lorna verdaderamente?
una dulce y tierna doncella y otras como una temible "Viuda Negra". Vienen a mi mente rasgos de su cara, retazos de frases inconclusas, actitudes y gestos totalmente contradictorios entre sí. Es como si la imagen de Lorna hubiese estallado en mil pedazos y ahora, ante la imperiosa necesidad de reconstruirla, me encontrara con varias maneras posibles de reunir el rompecabezas. Una y otra vez pruebo diferentes posibilidades; pero después de este agonizante ejercicio llego a la siguiente conclusión: ¿quién es Lorna verdaderamente?
Si me enfoco en los sentimientos, lo que me encuentro es
este dolor en el pecho, esta debilidad, este desconsuelo, esta
incapacidad de vivir con normalidad, esta sensación de estar incompleto. Así que debo comportarme
de manera racional. No puedo entregarme a estos sentimientos que quien sabe dónde
pudieran conducirme. Debo confiar en la razón y, a través de ella, poder salir airoso de esto.
Pero esto me resulta tan difícil de analizar, tan frágil, como si fuera
un espejismo o tierras movedizas. Es igual a lo que sucede con la música que suena ahora mismo en
el equipo de sonido, donde canta alguien de otra generación que ya murió. Pero
al escucharlo lo percibo muy vivo, como cortado en el tiempo y
traspasado a este momento. Al fondo un grupo de personas se
dejan descubrir por su rumor, por el sonar de las copas, por sus risas y sus
murmullos. ¿Cuán real es la música, el cantante y su audiencia? Ya ellos no
existen en realidad, pero de alguna manera ¡están allí!
El cantante ya no existe, ni la gran mayoría de la audiencia de ese momento. Y por esto es que pienso: ¿Cuán real es Lorna?
Tal vez la realidad no pueda medirse en términos de categorías
Aristotélicas. Tal vez la ontología de las situaciones requiera de una aproximación
más Galileana, de tipo probabilístico; con grises y gradientes. Visto de ese modo, la pregunta no es si algo existe,
sino en qué grado existe.
Analicemos entonces el “problema Lorna”, teniendo en
cuenta que ella no es “una” unidad sino una dispersión probabilística. Es
decir, no se trata de “Lorna”, sino de -El Conjunto Lorna-. “Sea el Conjunto
Lorna, aquel conformado por toda X tal que X es igual a Lorna sub 1, Lorna sub
2, Lorna sub 3 ... Lorna sub i ... Lorna sub n”. Todos estos “eventos” (Lorna sub i), giran alrededor de
lo que yo generalmente llamo "Lorna", lo cual es quizás la “Media” de
este conjunto.
El problema entonces, visto de esta manera, es que ha
aumentado su "varianza" para decirlo en términos estadísticos o su
entropía para usar una metáfora química.
Y esto ha sucedido, porque en la medida que la frecuento
más, la confronto en su "dispersión" e inconsistencia. Y al
precisarla y confrontarla, he tenido un efecto entrópico sobre ella. Esto podría cambiar su “media”. Es posible que la
ecuación de regresión cambie y por tanto, el lugar geométrico que explique los
puntos, ya no sea más lo que he conocido hasta ahora como “Lorna”.
Esto me hace recordar esas imágenes del Telescopio Hubble
en las que presentan cuerpos celestes que se atraen o repelen y como resultante
ocasionan un desenlace: permanecen girando en forma estable, colapsan el uno
sobre el otro o terminan por desligarse.
¡Eso es! ¡Eureka! Eso es lo que tengo que buscar: formar un
sistema en equilibrio en el que giremos uno alrededor del otro. Pero debo
atraerla hacia mi órbita de manera que los pesos relativos de sus personajes-eventos,
sean tales que se produzca la Lorna promedio que yo quiero y no esa distribución
Bi-modal donde pasa de Dulce y Tierna Doncella a Viuda Negra. Debo influir
sobre ella, para que gane la Lorna “mía” y no haya otra posibilidad.
Ahora me siento un poco mejor. A través de la razón he
logrado drenar esos sentimientos que me estaban haciendo perder la cabeza.
Sábado
Todos los avances logrados en mi análisis del caso Lorna
se vinieron abajo cuando rechazó verme. Sufro
al entrar en cuenta que Lorna piensa que yo creo que ella considera que yo la hago
sufrir al pensar mucho en ella. Es como si pensara que ella podría sentirse culpable
por mi sufrimiento.
Nada de este análisis es tan real como lo que siento por
ella. Es una conexión que me recuerda la idea del entanglement
propuesta en la Física Cuántica. Lo que nos une es tan fuerte, tan intenso, que seguro que
los cambios de humor que experimento, los está sintiendo ella donde esté; como
el cambio de spin que experimentan las partículas sometidas a fisión nuclear cuando
alguna de ellas se le altera el propio.
Pero debo intentar la razón como medio para superar estos
sentimientos. Tal vez la lógica pueda ayudarme mejor que lo que logré con la
matemática antes.
Si ella me ama, me siento bien y pienso que soy bueno,
por tanto: ella me ama porque soy bueno. Pero si ella no me ama, me siento mal
y pienso que soy malo por sentirme mal. En ese caso: ella no me ama porque soy
malo. Pero en realidad, yo no soy bueno y malo a la vez. Soy uno o lo otro. En
cambio ella, es buena y mala a la vez.
Como la amo, soy vulnerable a ella y sus cambios acarrean
cambios en mí, de modo que mi varianza también está aumentando. Pero si mi
varianza aumenta, pierdo la capacidad de influir sobre ella y fijar su media.
He caído en la trampa y debo salir de ella! La clave está
en mi temor a no-ella, es decir, a perderla, a que me rechace. Debo invertir la
lógica que ha estado siguiendo mi mente en forma automática. Yo soy el bueno,
sin lugar a dudas y si ella me ama, me ama porque ella es buena y merece mi
amor.
Pero si no me ama, es porque es mala, en cuyo caso no
merece que la ame. Si ella quiere ser mala, que lo sea, pero que se olvide de mí:
no me va a halar hacia ella. Quien debe halarla soy yo: capturarla en mi
órbita.
Yo haré lo posible para salvarla, pero ella decidirá su
destino. Si decide no seguirme se convertirá en no-ella y, por tanto, ya no me
interesará, ni será digna de mi amor.
¡Asunto resuelto! De todas maneras la semana que viene
tengo cita con el analista. (Ojo: imprimir estas ideas para llevarlas a la cita).
Jueves
en la noche
Fui al analista (mejor dicho: la analista) y le conté el
asunto Lorna. Me insistió le contara mis sueños recientes. Así que
le conté uno que tuve con gallinas.
Me encontraba en una pequeña edificación cuyas paredes eran
de apenas medio metro de alto y a partir de ellas se erigían unas vigas de un
metro y medio adicional que sostenían un techo. Había varias áreas diferentes
comunicadas entre sí a través de corredores. Era un gallinero y todas las áreas
estaban repletas de gallinas. Todo estaba lleno de plumas y caca de gallinas, con
el olor muy característico que tienen los gallineros. Yo caminaba por los bordes
superiores de las paredes teniendo cuidado de no caer. Mientras hacía
equilibrio las gallinas me miraban desde el piso muy agitadas y conmocionadas,
todas cacaraqueando frenéticamente, como anticipando que me cayera. Algunas
daban saltos como tratando de alcanzarme. Todas me miraban con ojos de furia.
Yo caminaba por los bordes laberínticos de las paredes tratando de buscar una
salida. En mi afán y mi nerviosismo a veces resbalaba un tanto y las gallinas
cacareaban más fuerte y con más odio, saltando y haciendo gestos para
picotearme. En una de esas me caí sobre un montículo de caca y todas las
gallinas corrieron hacia allí para saltarme como locas encima y picotearme
hasta hacerme sangrar.
Desperté bañado en sudor, jadeante y lleno de pánico.
Luego volví a dormir y tuve un segundo sueño que recuerdo con menos detalles.
Sólo recuerdo que había delante de mí una gran gallina, robusta y muy grande y
colorida, entre los colores resaltaba el color oro. Estaba tranquila e
inspiraba paz. Me llamo la atención que una gallina pudiera ser tan sabia, poderosa
y respetable.
La analista me preguntó por el significado que tenían las
gallinas para mí, pero solo recordé que la última vez que hablé sobre gallinas.
En una conversación semanas atrás había dicho que me parecían muy poco
interesantes o inteligentes, pues lo único que sabían hacer era picotear su
comida, corretear y poner huevos.
La analista sugirió que el sueño representaba mi relación
con mi ánima, que es la mujer internalizada que tiene el hombre. Y que muy seguramente yo proyectaría esto en
las mujeres de mi vida. Según ella, yo tendría reprimida mi ánima, en
la forma de mi intuición y sentimientos, pues doy mucho énfasis a la lógica y
el razonamiento. Considero despreciable en cierto modo las facetas más
afectivas. Tengo una especie de fobia a los sentimientos. Tal vez es algo que
provenga de la relación con mi madre que he reprimido. Estos aspectos los
proyecto en Lorna, la cual a veces veo como desconocida y cruel.
Tal vez el problema de la varianza sea mío, más que de
Lorna. Mis oscilaciones de afecto hacia Lorna tienen que ver con el grado de
conciencia que comienzo a tener de aspectos de mí mismo reprimidos, al
contactar con lo inesperado, lo novedoso, lo incierto y amenazante que
representa Lorna para mí. Entonces al despertar esta parte dentro de mí, que no
conozco y tengo reprimida, me descontrolo un poco y me pongo agresivo.
La analista me recomendó hacer algún tipo de trabajo
corporal y con las emociones. Que no todo lo puedo resolver con razonamientos y
que debo moderar mi tendencia a pensar en exceso.
Víctor Calzadilla
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