De todas mis tías,
Esperanza ha sido la más
cercana a mi
familia. Luego de que sus hijas emigraron, al no poder convencerlas de que el
país cambiaría, se quedó sola y se vino a vivir a casa. Ella ha compartido con nosotros
todas estas angustias que hemos estado padeciendo en los últimos años.
Junto a ella
hemos visto hermanos separados, familias fragmentadas, prósperos
negocios cerrados, empleos perdidos, alimentos y medicinas desaparecidos y
cientos de amigos y familiares que han sido víctima de la
delincuencia y la injusticia. Todo ello ha originado esa diáspora que
esta dejando a Venezuela sin muchos de sus mejores hijos. Todo por una epidemia
que nos ha atacado, una plaga de ignorancia, maldad, odio, rencor, resentimiento y venganza.
Ha sido tal
el deterioro de la calidad de nuestras vidas que hasta nosotros mismos hemos
estado tentados a emigrar y si no lo hemos hecho ha sido precisamente por ella,
por Esperanza que nos ha retenido y nos reconforta de que la pesadilla pronto
pasará.
Me decía una vez:
"Si tienes una finca y una plaga ataca tus cultivos, ¿que haces? ...¿te vas?... ¿abandonas
tus tierras? ...¡No!... busca como erradicar esa peste y elimínala de raíz.
Esperanza siempre esta optimista y
llega cuando mas desilusionados y desesperados nos encontramos. El año pasado nos acompañó a despedir a nuestros hijos a Maiquetía. Respiramos profundo y contuvimos nuestras lágrimas en el momento del adiós, simulando estar bien, mostrando fortaleza cuando
en verdad las piernas nos flaqueaban, y lo logramos gracias a ella, que nos abrazaba y alentaba
de que sería una
despedida pasajera, que muy pronto nos reencontraríamos, que nuestro país cambiará y nuestros
hijos regresarán para
ayudar a reconstruirlo.
Hace algunas
semanas Esperanza se ausentó de casa por varias horas, no era algo que soliese hacer,
nos angustiamos temiendo que algo malo le hubiese sucedido. "¡Ay Dios mío, esto era
lo último que nos faltaba, que
Esperanza se nos perdiera!" se lamentaba mi mujer. Regresó tarde en la
noche, muy alterada, nunca la habíamos
visto así. Nos dijo que había sido secuestrada, la llevaron a unos sótanos, a unos laboratorios de
propaganda en donde la ficharon y su imagen fue utilizada en impresos y vídeos para una campaña
antiimperialista. Los mensajes dicen:
"Venezuela
no es amenaza, somos esperanza".
Estaba muy
molesta, se sentía indignada de que la
hubiesen utilizado para desviar la atención de la gente de los verdaderos
problemas que aquejan al país.
Intentando
calmarla le pregunté como había logrado escapar. Me dijo que había sido muy fácil y
me explicó: "Cuando la gente esta embriagada de poder, que se siente guapa
y apoyada, que se creé inmune, en esos momentos en mi no
están pendiente. Así que simplemente me
vine, mientras mis custodios se peleaban la repartición de un botín, pasé delante de ellos y ni siquiera
voltearon a verme".
Esperanza
continuó: "Se
que muchos han perdido la confianza en mi y los comprendo, muchas razones hay
para explicar esa reacción. Pero no
por ello deben criticar a los que a mi siguen aferrados, ni despotricar contra
los que junto conmigo continúan en la
lucha para lograr los cambios. No deben contaminar con su pesimismo y
desesperanza a cuanta persona se encuentren en el camino. Aceptemos que no
sumen, pero tampoco resten.
Nunca les he
dicho que sería fácil. No es solo confiar en mi pasivamente y esperar
que la situación mejore por
si sola. Es visualizar un futuro mejor pero trabajando para conseguirlo.
Identifiquen sus recursos y fortalezas y hagan uso de ellas, consíganle sentido y propósito a sus vidas y conviértanse en la mejor versión de cada uno de ustedes, que yo seré la última en
abandonarlos."
Lionel Álvarez Ibarra
Abril 2015
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