sábado, 27 de julio de 2024

TALLANDO MI HEROINA INTERNA

 

TALLANDO MI HEROÍNA INTERNA

 

Era yo, un bosque salvaje

Arando y cultivando fruto carnoso

Sin importar que lo redondeara la hiedra

Sin importar que las espinas

Se clavaran en mi pulpa negra

 

Era yo… huracán sin tormenta

Permitiendo que las horas me tragaran

Que los días succionaran mi paz harapienta

Entregándome a los vaivenes de olas turbulentas

 

Era yo, esclava de los debería

De los clavos agudos de la efervescencia

 

Hoy, estoy forjando a la heroína

Que irá de punta en blanco a la tumba

Sin que la pizca del dolor sea herida

Sin que las cicatrices del pasado sigan supurando

 

Mis heroínas…serán las poetas

de los sueños y la palabra

Las que hace miles de años,

son estrella de cal y canto

Engeduana y su Acadia,

me darán al Dios de sus poemas

Safo, inundará mis sueños

con su poesía perdida y alada

Aspasia, será inspiración de los discursos

de un Edmundo para el mundo

 

Mis heroínas son las madres

que con bolívares destilando miseria,

son capaces de armar un potaje de gloria

Son capaces de dar vida,

a pesar de tanta muerte

 

Mis heroínas, son las madres que amamantan,

con leche de metáforas

A las que, al nacerles un hijo,

les nace, un inmenso poema,

hueco en hambre y azul miseria

 

 

Voy tallando a la heroína de mis adentros

A la luz, que siendo sombra,

ilumina caminos

Al torbellino que siendo hogar

es elemento y alimento

 

La que supo ser paz,

La que supo ser apoyo y consuelo,

La que supo ser palabra y anhelo

La que es vida, a pesar de su propia suerte…

 

 

Gudelia Cavero Hurtado

 

viernes, 26 de julio de 2024

Los héroes verdes

Héroes verdes

Ese día, saqué del closet mi mejor chaqueta para las lluvias. Todo estaba empantanado, tanto que la noche antes había que tenido que construir un canal para que el agua llegara a la quebrada. Llovía mucho, y el agua se había acumulado tanto, que temía que el relleno de tierra apisonada, cediera también. Pero al quitarle la carga, funcionó.

            Era un jardín en dos niveles; el primero era la salida de la parte del corredor al jardín, y la otra parte estaba en un nivel más abajo y había que bajar por una inclinación, justo por donde el agua acumulada hizo lo suyo. Entre un nivel y otro, había un gran muro de piedras, una encima de otra, inteligentemente colocadas buscando que calcen y se soporten. La fuerza la adquiere de la cantidad de piedras, aunque contra el agua, ni las grandes, pueden.

Al final de la segunda terraza, se encuentra la quebrada, que pequeña en su tamaño, ha solido asombrar a algunos, cada cierto tiempo. La gente lo sabe y de alguna forma se protege. Allá, al fondo y a la derecha, teníamos que construir un frontón.  Una cancha de frontón se constituye en paredes de 10 metros y hasta los 30 de largo, es abierta en dos caras. Se trata de golpear la pelota contra la pared y controlar el rebote. Se juega en parejas.

            Luego de todas las lluvias, y ya con el jardín en mejores condiciones, volvimos a la construcción. Se suele llamar “replantear”, (muy distinto a replantar) a la toma de las medidas, en el terreno. Todo iba bien a excepción, a que en el metro 28, estaba un arbolito.  El arbolito en cuestión no era muy interesante, ni robusto, más bien, delicado. La primera aproximación que hice, junto a que avanzábamos en colocar las dimensiones de la cancha, fue con el vendedor de plantas. Me acompañó y dijo: - es una cerecita, un semeruco.

            Ya con el nombre, invite a un amigo botánico al que solía preguntar. –Es una cerecita, que suelen ser arbusto, pero esta es arbórea (un árbol). Nunca había visto a una crecer así. Debe ser muy longeva, aclaró. Por último, llame a un ingeniero agrónomo que mueve árboles de un lado a otro y dijo:- esta cerecita arbórea, no es factible de moverse. No lo resistiría, concluyo. Y yo, con todas estas peripecias, llamé a los dueños.

            Les conté de su nombre, de la fruta, del sabor, de que es una especie de cuidado, que es única porque creció como árbol, que pudo haber dado frutos a los ejércitos de Simón, y que no es factible de ser transplantada. Les mostré que su cancha es más grande que el lugar donde se encuentra el arbolito y que solo hay dos opciones. Una, pedir permiso, o dos, dejarla tranquila, lo que ocasionaría construir una cancha fuera de las dimensiones legales, o del peligro de que el jugador se golpee al correr de espalda. Nos quedamos unos minutos en silencio para luego contestar sus preguntas.

            Hoy, es una cancha de 28 metros con un árbol de cerecita al fondo, que florea y da frutos tres veces al año, y que es única.  La amable familia que vive ahí, me han invitado algunas veces a almorzar y me dicen, -Sabes ¿cuál fue la mejor decisión que tomamos?, dejar la cerecita. Ese día sentado frente al arbolito lleno de frutos rojos y con cantidad de pájaros en una sinfonía de trinos y cantos, fue que supe, que de esta manera, podemos hacer un acto heroico para otros, pero lo más importante es que me puedo decir, (muy bajito), ¡soy un héroe!

Solo con respeto y compañía, un pequeño arbusto se puede convertir en un árbol, más allá de la genética…

 

Alberto

Los héroes… ¿Y para quién somos héroes nosotros?

Los héroes… ¿Y para quién somos héroes nosotros?

María Elena Garassini 

Estoy escribiendo este texto para el club de escribidores y me llega esta imagen con esta frase de  Joaquín Sabina y no puedo resistir la tentación de ponerla como inicio, porque representa mucho de lo que quiero escribir.

 


Hablar sobre los héroes, es siempre un tema hermoso, que de alguna manera nos remite a nuestra infancia, a los héroes de nuestras comiquitas, pero que va creciendo y evolucionando, como evolucionamos los seres humanos en la complejidad de la comprensión de los diferentes aspectos de la vida.

Empiezo entonces por el principio, quienes fueron mis héroes infantiles: Meteoro y el Dr. Ben Casey. Me atraía su heroísmo más humano que poderoso o fantástico. Creo que eso dice mucho de lo qué siempre fue importante para mí. También recuerdo que cuando estábamos en quinto grado con la profesora Olivia, nos pidieron escribir un texto de la persona que más admirábamos, y no dudé ni un segundo escribir sobre mi papá (creo que en ese momento tenía el complejo de Electra exacerbado, diría Freud), porque ahora escribiría sobre mi papá y mi mamá porque tienen iguales méritos para ser personas que admiro, también por su calidad humana, cercanía y manifestaciones de cariño con las personas que los rodean. Por último quiero mencionar a dos héroes de mi juventud y adultez mundiales como lo son Mahatma Gandhi y Nelson Mandela, luchadores sociales, profundamente humanos, que actuaron siempre en defensa del bien común, así les costara la libertad y la vida.

Y entonces, ¿para quién somos héroes nosotros? … ¿para quién soy héroe yo? Me envalentono a escribir esta parte después de leer el texto que escribió el host de esta reunión de escribidores,  “Martín, el grande” ( :

Siendo fiel con mi significado de héroe y honrando a mis héroes de infancia y adultez pienso en las personas para quienes soy héroe y quisiera que me tuvieran como un héroe humano y cercano.

Mis padres me alaban y admiran un montón porque ven en mí una mujer familiar, profesional, multifacética, sensible socialmente, con inquietud y curiosidad intelectual, que es capaz de combinar sus roles y disfrutarlos. Mi papá me dijo una vez con mucho cariño y desde el corazón: “la mujer maravilla”. Eso dicho por alguien a quien uno quiere profundamente y fue su primer héroe es “chocolate para el alma”.

Mis hijos ven en mí, un apoyo que siempre está ahí para ellos, en quien se puede confiar, a quien se le puede pedir un consejo, quien los puede consentir y también a quien pueden consentir. Creo que también puedo ser su heroína porque tengo gran capacidad de adaptación, de acompañar situaciones muy duras y tristes, y trato de acompañar, desde mis posibilidades a los que me necesitan.

Mis alumnos, que han sido montones, jóvenes y adultos, reconocen en mí la pasión por el conocimiento, y particularmente por el desarrollo humano con toda su diversidad, complejidad y capacidades. También mi posibilidad de ser una profesional exitosa sin desmedro de los otros roles en mi vida. Para algunos mi proactividad en el emprendimiento de nuevos proyectos y el liderazgo de iniciativas puede hacerme ser su heroína.

Mis amigos, en muy diversos contextos, saben que cuentan conmigo de manera incondicional, que siempre hay tiempo, consejos, préstamos, favores, en fin… y lo más importante es que saben que es bidireccional y ajustado, como debe ser a la realidad de cada uno.  Mi disfrute de la naturaleza y los múltiples paseos realizados, de mi pareja y mi familia con quienes compartimos tiempo de calidad, de mi trabajo que me permite formar y acompañar y me ha dado muchos espacios de logro y éxito, de la lectura y la escritura que me permiten expresarme y disfrutar de la expresión de otros, de la cocina para consentir aprendida de mi mamá y mis abuelas, y el compartir y conversar con grupos de gente querida pueden ser, felizmente, mis actos de heroína.

Es imposible terminar este escrito sobre “Los héroes… Y para quién somos héroes nosotros?” sin darle gracias a la vida que me ha dado tanto, robándole las palabras a Violeta Parra, inmortalizadas en su versión cantada en la  voz de Mercedes Sosa.

 

 

jueves, 25 de julio de 2024

 ¿Para quién soy un héroe?

Juad Masters

    Lo primero que se me ocurre es responder con otra pregunta: ¿soy yo quien decide para quién soy un héroe o es un honor que me es concedido por otros? Se me ocurren más preguntas: ¿es importante considerar la diferencia entre para quién soy un héroe y para quién quisiera ser un héroe?

    De ser así, y bajo mi entendimiento de que ser héroe es modelar buena humanidad, no me cabe la más mínima duda de que quisiera ser un héroe a los ojos de mis hijos. Sin embargo, volviendo a mi pregunta inicial, tan solo puedo desear que ese sea el legado que les deje. Eso lo decidirán ellos, si me conceden ese honor o no.

    Toda esta maraña de preguntas me lleva a considerar que, para poder responder con completa veracidad "¿para quién soy un héroe?", solo puedo hacerlo en lo que concierne a ese rol para mí misma. Es decir, ¿soy mi propio héroe?

    En realidad, jamás lo he pensado, y el considerarlo me genera dos sensaciones contrastantes. La primera –quizá por condicionamiento social– es que me hace sentir cierta vanidad al pensar en para quién soy un héroe, lo cual me incomoda. Por otro lado, la idea de indagar en esta reflexión y confrontar esa incomodidad me genera gran curiosidad.

    Decidí, pues, dejar a un lado mi incomodidad y lanzarme a la exploración, empezando por darme un marco teórico para guiar mi reflexión, es decir, comenzando por la definición.

    La Real Academia Española define el término héroe, heroína de la siguiente manera:

            Persona que realiza una acción muy abnegada en beneficio de una causa noble.

            Persona ilustre y famosa por sus hazañas o virtudes.

    Como no soy una persona ilustre y famosa, me quedo con la primera definición, que siento que está más a mi alcance. Basada en esta descripción, me siento confiada de poder determinar si, en definitiva, soy mi propio héroe o no…

    Acción abnegada por una causa noble…Veamos, pues, si doy la talla o no dado los roles que tengo en mi vida…

    Ser madre, para mí, es el privilegio más grande, el honor más profundo y la responsabilidad más hermosa que define la gran mayoría de mi propósito de vida. Y sí, lo hago con completa entrega y deliberada abnegación. Y eso me hace feliz, muy feliz, el poder dedicarme abnegadamente a la crianza de mis hijos, causa noble mayor.

    Ser hija, otro privilegio por la bendición de los padres que me tocaron. Fui hija abnegada. En salud y enfermedad. Siempre feliz de verlos y estar con ellos. Los amé, y sigo amando con todo mi ser.

    Ser esposa, ¡Dios! ¡Otro privilegio más! Somos abnegados el uno con el otro. Comprometidos con amarnos y apoyarnos contra viento y marea, en las buenas y no tan buenas, en risa y en llanto, en valentía y en temor. Así que, sí… abnegadamente entregada a la noble causa de vivir en matrimonio.

    Ser miembro de mi comunidad. Dono mi tiempo y mis habilidades, sean las que sean, para el bien de la comunidad donde vivo, en la asociación de padres del colegio de mis hijos u organizando tertulias y charlas para fortalecer la comunidad de mujeres que me rodea, todo lo hago con cariño y entrega, con abnegación. Cooperar al mejoramiento de nuestras comunidades, dando nuestro granito de arena, es enfáticamente una causa noble.

    Tratar de enfrentar cada día con agradecimiento, humildad, apertura para aprender, disposición para colaborar, motivación para mejorar, inspiración para promover no solo mi bienestar personal, sino bienestar a mi alrededor, es en sí una causa noble, y siento que el tener la intención y la resiliencia de querer hacerlo, a pesar de los obstáculos y dificultades que se nos presenten, representa abnegación. Abnegación por ser la mejor versión posible de mí misma.

    Esta reflexión me ha dejado una nueva enseñanza: el hecho de que ser héroe no implica ni significa haber alcanzado la cúspide de la sabiduría. Lo que esta reflexión me ha confirmado es, más bien, todo lo contrario: que podemos ser nuestro propio héroe justamente porque estamos en constante crecimiento; que podemos ser nuestro propio héroe a pesar de las fallas o debilidades que podamos tener. Cada día es una oportunidad para poder dedicarnos de manera abnegada al beneficio de una causa noble: el de vivir una buena vida. Eso nos hace héroes.

Juad :)


domingo, 21 de julio de 2024

Martín Fernández, El Grande

 

Fecha: 19/07/2024

Autor: Martín A. Fernández Ch., también conocido como Martín Pelícano

Nota: en la historia de la humanidad han vivido personas a quienes se les han asignado el adjetivo de “grande”, algunos debido a sus fabulosas proezas y a otras por su demostración de poder. Algunos ejemplos son: Darío el Grande (550 a.C.), quien fue un gran Rey de Persia en el año 522 a.C.; Ciro El Grande (530 a.C.), rey de Persia, figura en la biblia hebrea, quien era el patrón y libertador de los judíos; Alejandro Magno el Grande, rey del antiguo reino griego de Macedonia (desde 336 a.C.), quien emprendió una campaña militar para conquistar casi todo el territorio de Asia y Egipto; Pedro El Grande, uno de los zares más poderosos y famosos de la dinastía Romanov, fue emperador de Rusia (1721 a 1725); entre otros; pero, el más querido por nosotros es Simón Bolívar, si bien no lo llamaron el Grande, le impusieron el título de “El Libertador”, bien merecido, por sus campañas admirables para darle la libertad a los pueblos de américa. Ellos tenían mentes con ansias de poder, de hacer crecer su reino mediante la conquista de tierras, invadiendo y dominando países vecinos, o liberando a pueblos de la tiranía. Ahora bien, cuando a una persona lo llaman El Grande por admiración y respecto, debido a la estela de logros que va dejando atrás mientras navega por la vida, se convierte en un héroe.

  ¡Hola Martín, déjame darte un abrazo, porque competir en un 200 metros combinado es una hazaña! ─dijo Carlos, un compañero de equipo, de mayor edad que él, quien no pudo asistir a la Competencia Master de Natación del Colegio San Ignacio de Loyola, porque se fue a participar en aguas abiertas en Puerto Cabello, que era en esa misma fecha, ganado una medalla por el primer lugar. 

 No es para tanto, con voluntad se logra llegar ─dijo Martín, recibiendo con alegría el abrazo de su amigo y las felicitaciones.

Martín, mientras hacía la práctica de natación que le había asignado el entrenador, buscaba en su memoria para quien ha sido referencia. Por supuesto, primero pensó en sus hijos: Victoria y Juan, quienes siempre le han demostrado, además de amor, mucha admiración, siguiendo sus valores y enseñanzas, queriendo también dejar huellas como buenas personas y como profesionales con visión de justicia social. 

Recientemente, escribió y publicó su primer libro: “Cuentos Gallardos de Terror, historias de suspenso y humor” (https://a.co/d/hs8dwWQ). Sus familiares y muchos amigos lo leyeron y lo felicitaron, como también le auparon a que siguiera escribiendo. Su papá, a quien le dicen Papaíto, lo leyó con entusiasmo y comentaba con Martín algunos pasajes humorísticos. Sus hermanos les mostraron admiración y orgullo por ese logro. En una reunión de junta directiva de la Cámara Inmobiliaria Metropolitana lo aplaudieron por esa iniciativa literaria.

Luego, Victoria le pidió que escribiera sobre lo vivido en el deslave de Vargas, ocurrido en diciembre de 1999, lo cual lo motivó y lo está haciendo, siguiendo las sugerencias de su hija en la forma de contar esta historia, donde se narran hechos heroicos increíbles desde la visión de varios familiares que fueron protagonistas.

Mientras seguía nadando, Martín recordó que, en una oportunidad, cuando era muchacho y jugaba de arquero en el equipo de futbolito “Miramar”, en los campeonatos que se realizaban en el Club Unión Canarias de Macuto, a quien lo catalogaban como uno de los mejores, una vez se le acercó un joven quien le dijo que también jugaba en la arquería, y que gracias a él se motivó a jugar en esa posición. No lo recordaba, lo conoció cuando era niño, pero se le presentó diciéndole que era el hermano menor de Goicoechea, un amigo del colegio, con quien hacia trabajos juntos. Martín lo vio jugar algunas veces y de verdad que lo hacía muy bien.

Martín se ha dedicado, aparte de su profesión cono urbanista valuador, a la docencia. Lleva más de 30 años dictando clases en cursos de formación profesional para asesores inmobiliarios, más recientemente en un diplomado que se dicta en convenio entre la Cámara Inmobiliaria de Venezuela y la UCAB, y en cada evento que asiste, relacionado con lo inmobiliario, siempre le llega alguien diciéndole “Profesor”. En una oportunidad dictó varios talleres de bienestar los cuales gustaron mucho, junto a su amigo Alberto Lindner El Grande, quien, además de arquitecto y profesor de la UNIMET, es promotor del bienestar. Y en la época de la pandemia COVID, cuando la mucha gente estuvo resguardada en sus casas por medio año 2000, solo saliendo si era estrictamente necesario, organizó junto a su amigo dos ciclos de charlas de bienestar, de manera virtual, lo cual permitió fortalecer el ánimo a muchos asistentes (desde sus casas), quienes vivían con desesperación cada día de claustro. Hasta el día de hoy, cuando ven a Martín, se le acercan para agradecerle esa iniciativa.

¿Tú has cruzado a nado el Orinoco Caroní? ¡Eres un valiente! ─le dicen a Martín cada vez que se toca el tema de la natación, bajo el paragua de la promoción y admiración de su esposa María Alejandra, quien es su mejor representante de imagen.

─ ¡Cuatro veces lo ha cruzado! ─siempre le responde María Alejandra y le cuenta su vivencia como espectadora y de sus angustias de esposa esperando a que llegue a la meta.  Y señaló que, no fue al último cruce, porque no quería volver a pasar tanta angustia.

Pero, ¿No hay caimanes o pirañas? ─ le pregunta el entrépito, sobre todo porque desconocen este ambiente deportivo. 

No, en ese tramo del cruce no hay. Además, con todo ese alboroto esas criaturas huyen aguas arriba o aguas abajo ─le responde Martín, siguiendo la expresión con una risa burlona ─por cierto, escribí un cuento de ficción sobre eso, aquí lo puedes leer, lo publiqué en mi blog “Martín Pelícano”: https://martinpelicano.blogspot.com/2023/07/282-el-caiman-del-orinoco.html ─termina diciéndole Martín.

En su estela que deja mientras sigue nadando, Martín recuerda la reunión que tuvo en la mañana con su amiga Ruth, quien se dedica al marketing y a la asesoría en marca personal. Le mostró la maqueta de colores e imágenes que le había diseñado para hacerle un refrescamiento o rediseño a su cuenta de “Instagram”. Le habló que tenía que explotar su imagen, su potencial, y que él, por sí solo, era una marca. A lo que le asentó de manera afirmativa, diciéndole que ciertamente tiene varios perfiles: miembro del Club de Escribidores de Caracas, que tiene un blog de cuentos Martín Pelícano, profesional de avalúos, CEO de la empresa Tir Inmobiliarios S.C., miembro de la Junta Directiva de la Cámara Inmobiliaria Metropolitana, que practica natación y que es docente y promotor del bienestar. Se rieron y acordaron que se debería proyectar todas esas versiones.

Exhausto de nadar los 2.500 metros en una hora y media, Martín sale de la piscina y, cuando va camino a los vestidores, se consigue con una compañera que le viene en sentido contrario, rumbo a nadar en el segundo turno.


 ¡Hola Martín! Eres mi héroe –dijo Andrea, quien estuvo presente en el mencionado campeonato.

 ¿Por qué? –dijo Martín con una sonrisa por el sorpresivo comentario, pensando que por qué Andrea le decía eso, si ella es una chica joven y fuerte nadando, además, también compitió y lo hizo muy bien.

─ ¡Te parece poco! ¡Hacer 200 metros combinado y luego tirarte con otras tres competencias de 50 metros: crol, pecho y mariposa! Yo no me atrevo a tanto –dijo Andrea, dándole una palmadita en el hombro a Martín.




FIN

 

viernes, 19 de julio de 2024

EL ACORDE+ON DE LOS TIEMPOS

EL ACORDEÓN DE LOS TIEMPOS

 

Entre pliegues y música lejana

Se arrugan Diez años

De vívidos kilómetros, 

largamente vividos

Diez años, no son nada

Son apenas una parodia bailada

en los hilos frágiles de la vida

 

Alas de alto vuelo

De tanto volar entre la letra y el suelo

Se quedaron tatuadas e impregnadas

en el corazón de la memoria

 

Mis recuerdos navegan

Entre letras mudas y danzarinas

Mis recuerdos habitan en el infinito

de mis mejores sueños

 

Siempre hubo oro en cada mesa servida

En cada escrito de la vida

En cada amistad vaciada en la copa divina

En cada historia

donde la palabra frágil se desnuda

 

Mucha intimidad

Mucho dolor comprimido

Muchos secretos sonando

y rodando a grito abierto

 

Diez años de libros novelados

Yo soy una hoja más,

de sus páginas peregrinas

Una franja más,

de sus letras clandestinas

Un poema más… en su historia

 

Diez años de fríos y abrigos

Entre la ausencia y la presencia

De la palabra escrita

De la palabra ausente

De la palabra muda y transparente

 

Cuánto camino compartido

Cuánta lágrima contenida

Cuánta alegría bendecida

Cuánta mesa abundante

Cuánta gastronomía poetizada

Cuántos secretos juntos,

yacen en nuestros corazones adjuntos

 

Nunca dije que la tristeza,

fuera mi ocasional amiga

Nunca dije,

que bebimos de la misma copa

 

Nunca dije,

que amo y celebro a mis ESCRIBIDORES,

A los que habitan azoteas del amor

A los que viven, hacen Diez años

colgados en los jardines de mi alma…

 

Hoy, necesito poemar

Los Diez años de gloria

Desde mis zócalos oscuros

Desde mi epicentro en calma

Abrirme en abrazos

Desplegarme en tequieros

Donando y succionando

amor del bueno…

 

Gudelia Cavero Hurtado

 

 

 

 

  

jueves, 18 de julio de 2024

CEC reunión de julio 2024

 


CEC

Mes de julio 2024

Tema: ¿Para quién eres un héroe?

Host: Don Martín

Hora 9am

Fecha: sábado 27 de julio 2024

miércoles, 10 de julio de 2024

Lo que nunca he contado

No es que sea un secreto que tiendo a apreciar lo comúnmente imperceptible. Pero creo que jamás lo he recapitulado, al menos en detalle, con alguien de manera intencional. De tal modo que categorizo como “lo que nunca he contado” mi muy íntima percepción del mundo.

Cómo yo veo las cosas:

Que las gotas de lluvia al caer en el suelo parecen bailarinas de ballet.
Que la luz de la media tarde parece cubrir todo lo que toca en un delicadísimo velo de color oro…
Y su contraparte, la luz de la luna llena, pareciera cubrir todo con un delicadísimo velo de color plata. Generando las más delineadas sombras en el oscuro de la noche.
Que la tierra, mojada de lluvia, emana el olor más delicioso, quizá desencadenando recuerdos profundamente enterrados en nuestras raíces prehistóricas ya que para mi ese olor a tierra empapada significa hogar.
Que las hojas de los árboles, al batirse con la brisa, parecen susurrar miles de secretos maravillosos en mis oídos. Los oigo con detenimiento y gusto.
Que el sonido del riachuelo atrás de mi casa me recorre de pies a cabeza, dejándome con una sensación intangible de cristalinidad.
Los truenos y relámpagos, no sé si tienen también alguna raíz ancestral, pero generan en mí tanta dicha. Colmándome de paz interior. Cuando mis hijos eran pequeños, les contaba la historieta de que el relámpago era el cielo tomando una foto de todas las cosas lindas aquí en la tierra, y el trueno que le seguía, los aplausos por la foto tan bella. Aún compartimos esa dulce historia ahora que están todos en su adolescencia.
Que a mi alrededor, el color verde existe en tal abundancia de matices que nunca deja de sorprenderme y de deleitarme los sentidos.
Que cualquiera que sea esa perfecta composición química hace que nuestro cielo sea de un azul tan intenso, embellecido aún más cuando contrasta con los miles de verdes y los puntitos blancos como algodón. Balance perfecto.
Y en los días en que el cielo se hace gris, y las nubes bajan a besar la tierra, días así me siento acogida y abrazada. Protegida por la naturaleza, y de nuevo siento esa paz emanar en mi interior.

En fin… pudiese seguir, pero ahí se los dejo, lo que nunca he contado: cómo mis sentidos y mi alma perciben este mundo. Quizá se pudiese resumir que mi percepción de este vasto mundo en el que vivimos es en realidad un profundo y arraigado sentido de agradecimiento.


Juad