domingo, 21 de julio de 2024

Martín Fernández, El Grande

 

Fecha: 19/07/2024

Autor: Martín A. Fernández Ch., también conocido como Martín Pelícano

Nota: en la historia de la humanidad han vivido personas a quienes se les han asignado el adjetivo de “grande”, algunos debido a sus fabulosas proezas y a otras por su demostración de poder. Algunos ejemplos son: Darío el Grande (550 a.C.), quien fue un gran Rey de Persia en el año 522 a.C.; Ciro El Grande (530 a.C.), rey de Persia, figura en la biblia hebrea, quien era el patrón y libertador de los judíos; Alejandro Magno el Grande, rey del antiguo reino griego de Macedonia (desde 336 a.C.), quien emprendió una campaña militar para conquistar casi todo el territorio de Asia y Egipto; Pedro El Grande, uno de los zares más poderosos y famosos de la dinastía Romanov, fue emperador de Rusia (1721 a 1725); entre otros; pero, el más querido por nosotros es Simón Bolívar, si bien no lo llamaron el Grande, le impusieron el título de “El Libertador”, bien merecido, por sus campañas admirables para darle la libertad a los pueblos de américa. Ellos tenían mentes con ansias de poder, de hacer crecer su reino mediante la conquista de tierras, invadiendo y dominando países vecinos, o liberando a pueblos de la tiranía. Ahora bien, cuando a una persona lo llaman El Grande por admiración y respecto, debido a la estela de logros que va dejando atrás mientras navega por la vida, se convierte en un héroe.

  ¡Hola Martín, déjame darte un abrazo, porque competir en un 200 metros combinado es una hazaña! ─dijo Carlos, un compañero de equipo, de mayor edad que él, quien no pudo asistir a la Competencia Master de Natación del Colegio San Ignacio de Loyola, porque se fue a participar en aguas abiertas en Puerto Cabello, que era en esa misma fecha, ganado una medalla por el primer lugar. 

 No es para tanto, con voluntad se logra llegar ─dijo Martín, recibiendo con alegría el abrazo de su amigo y las felicitaciones.

Martín, mientras hacía la práctica de natación que le había asignado el entrenador, buscaba en su memoria para quien ha sido referencia. Por supuesto, primero pensó en sus hijos: Victoria y Juan, quienes siempre le han demostrado, además de amor, mucha admiración, siguiendo sus valores y enseñanzas, queriendo también dejar huellas como buenas personas y como profesionales con visión de justicia social. 

Recientemente, escribió y publicó su primer libro: “Cuentos Gallardos de Terror, historias de suspenso y humor” (https://a.co/d/hs8dwWQ). Sus familiares y muchos amigos lo leyeron y lo felicitaron, como también le auparon a que siguiera escribiendo. Su papá, a quien le dicen Papaíto, lo leyó con entusiasmo y comentaba con Martín algunos pasajes humorísticos. Sus hermanos les mostraron admiración y orgullo por ese logro. En una reunión de junta directiva de la Cámara Inmobiliaria Metropolitana lo aplaudieron por esa iniciativa literaria.

Luego, Victoria le pidió que escribiera sobre lo vivido en el deslave de Vargas, ocurrido en diciembre de 1999, lo cual lo motivó y lo está haciendo, siguiendo las sugerencias de su hija en la forma de contar esta historia, donde se narran hechos heroicos increíbles desde la visión de varios familiares que fueron protagonistas.

Mientras seguía nadando, Martín recordó que, en una oportunidad, cuando era muchacho y jugaba de arquero en el equipo de futbolito “Miramar”, en los campeonatos que se realizaban en el Club Unión Canarias de Macuto, a quien lo catalogaban como uno de los mejores, una vez se le acercó un joven quien le dijo que también jugaba en la arquería, y que gracias a él se motivó a jugar en esa posición. No lo recordaba, lo conoció cuando era niño, pero se le presentó diciéndole que era el hermano menor de Goicoechea, un amigo del colegio, con quien hacia trabajos juntos. Martín lo vio jugar algunas veces y de verdad que lo hacía muy bien.

Martín se ha dedicado, aparte de su profesión cono urbanista valuador, a la docencia. Lleva más de 30 años dictando clases en cursos de formación profesional para asesores inmobiliarios, más recientemente en un diplomado que se dicta en convenio entre la Cámara Inmobiliaria de Venezuela y la UCAB, y en cada evento que asiste, relacionado con lo inmobiliario, siempre le llega alguien diciéndole “Profesor”. En una oportunidad dictó varios talleres de bienestar los cuales gustaron mucho, junto a su amigo Alberto Lindner El Grande, quien, además de arquitecto y profesor de la UNIMET, es promotor del bienestar. Y en la época de la pandemia COVID, cuando la mucha gente estuvo resguardada en sus casas por medio año 2000, solo saliendo si era estrictamente necesario, organizó junto a su amigo dos ciclos de charlas de bienestar, de manera virtual, lo cual permitió fortalecer el ánimo a muchos asistentes (desde sus casas), quienes vivían con desesperación cada día de claustro. Hasta el día de hoy, cuando ven a Martín, se le acercan para agradecerle esa iniciativa.

¿Tú has cruzado a nado el Orinoco Caroní? ¡Eres un valiente! ─le dicen a Martín cada vez que se toca el tema de la natación, bajo el paragua de la promoción y admiración de su esposa María Alejandra, quien es su mejor representante de imagen.

─ ¡Cuatro veces lo ha cruzado! ─siempre le responde María Alejandra y le cuenta su vivencia como espectadora y de sus angustias de esposa esperando a que llegue a la meta.  Y señaló que, no fue al último cruce, porque no quería volver a pasar tanta angustia.

Pero, ¿No hay caimanes o pirañas? ─ le pregunta el entrépito, sobre todo porque desconocen este ambiente deportivo. 

No, en ese tramo del cruce no hay. Además, con todo ese alboroto esas criaturas huyen aguas arriba o aguas abajo ─le responde Martín, siguiendo la expresión con una risa burlona ─por cierto, escribí un cuento de ficción sobre eso, aquí lo puedes leer, lo publiqué en mi blog “Martín Pelícano”: https://martinpelicano.blogspot.com/2023/07/282-el-caiman-del-orinoco.html ─termina diciéndole Martín.

En su estela que deja mientras sigue nadando, Martín recuerda la reunión que tuvo en la mañana con su amiga Ruth, quien se dedica al marketing y a la asesoría en marca personal. Le mostró la maqueta de colores e imágenes que le había diseñado para hacerle un refrescamiento o rediseño a su cuenta de “Instagram”. Le habló que tenía que explotar su imagen, su potencial, y que él, por sí solo, era una marca. A lo que le asentó de manera afirmativa, diciéndole que ciertamente tiene varios perfiles: miembro del Club de Escribidores de Caracas, que tiene un blog de cuentos Martín Pelícano, profesional de avalúos, CEO de la empresa Tir Inmobiliarios S.C., miembro de la Junta Directiva de la Cámara Inmobiliaria Metropolitana, que practica natación y que es docente y promotor del bienestar. Se rieron y acordaron que se debería proyectar todas esas versiones.

Exhausto de nadar los 2.500 metros en una hora y media, Martín sale de la piscina y, cuando va camino a los vestidores, se consigue con una compañera que le viene en sentido contrario, rumbo a nadar en el segundo turno.


 ¡Hola Martín! Eres mi héroe –dijo Andrea, quien estuvo presente en el mencionado campeonato.

 ¿Por qué? –dijo Martín con una sonrisa por el sorpresivo comentario, pensando que por qué Andrea le decía eso, si ella es una chica joven y fuerte nadando, además, también compitió y lo hizo muy bien.

─ ¡Te parece poco! ¡Hacer 200 metros combinado y luego tirarte con otras tres competencias de 50 metros: crol, pecho y mariposa! Yo no me atrevo a tanto –dijo Andrea, dándole una palmadita en el hombro a Martín.




FIN

 

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