lunes, 6 de abril de 2015

Ingenuidad

Debo confesar cuán difícil fue escribir sobre este tema, es ahora, después de leer

sus maravillosos escritos cuando llegan a mi mente suficientes elementos que me

permiten hablar por breves instantes de éste tema tan fascinante.

La palabra sin duda, suele asociarse a la niñez, ¡y no debe confundirse por

supuesto con la ignorancia!

Recordé un cuento que me encanta y que lo he regalado tanto que no tengo

ninguno y tendré que comprarlo nuevamente. “El expreso Polar” y me gusta tanto,

porque habla justamente de que los adultos perdemos la ingenuidad, pero el

protagonista del cuento, aun cuando creció conserva esa dosis de ingenuidad

necesaria, que te mantiene atado por un hilito de plata al mundo de la fantasía

para nunca perder el camino.

La ingenuidad de los pequeños de la casa enternece ¡y nos divierte!, y en mi caso

hasta me entristecía un poco darme cuenta de que mis hijos habían descubierto

algunas realidades que los acercaban irremediable y aceleradamente al mundo de

los adultos; y es que ésta (la ingenuidad) va siendo reemplazada por la “malicia”,

lo que de alguna manera nos protege y  en algunos casos nos aleja  del  peligro.

En mi mundo profesional la misma ingenuidad que en los niños nos divierte, puede

convertirse en el mayor enemigo de las personas con discapacidad intelectual ya

que los convierte en seres vulnerables, susceptibles de engaños, chantajes,

estafas, así que, lo que quiero prolongar en un niño, debo cortarlo lo más rápido

posible en un niño con discapacidad intelectual  al que guío hacia la

independencia para evitar que quienes los deben proteger y cuidar se

aprovechen.

Mi personaje característico favorito que aún suele arrancarme - ya no carcajadas

cómo hace años-, pero si sonrisas de ternura, vive en un barril de madera, es

travieso y muy, muy ingenuo y le encantan las tortas de jamón. Y digo que, “es”,

en absoluto presente, porque el autor falleció hace poco, pero el personaje morirá

para mí cuando yo muera.

Así que queridos lectores, muchos de mis escritos terminaran diciendo, “que el

cascabel aún suena para mi”  y su sonido siempre me devolverá lo necesario para

poder entrar en el mundo de los niños ¡y poder juegar!

¿El cascabel suena para ti?

Gladys Boza

2 comentarios:

  1. Gladys, es una hermosa reflexión, tienes la dicha de toparte muy a menudo con la ingenuidad...

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  2. Querida Gladys, gracias por acercarnos a mundos que no para todos son tan cercanos, desde la generosidad, pero también desde la practicidad y el humor. Gracias también por llamarnos la atención sobre el cascabel, yo creo que el mío sigue sonando, pero a veces me tapo los oídos.

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