"Yo tenía una luz que a mí me alumbraba y venía una brisa y zuass...y me la apagaba" (mis luces y sombras en la migración)
Cómo no vivir con nuestras luces y nuestras sombras, si ellas están allí todo el tiempo. Cómo no reconocer nuestras luces y nuestras sombras, si ellas dirigen nuestras acciones. Cómo no lidiar con nuestras luces y nuestras sombras, si tenemos que responsabilizarnos por sus consecuencias, en fin cómo no conversar con nuestros amigos escribidores sobre nuestras luces y nuestras sombras, si son nuestros compañeros de revelaciones, alegrías y tristezas.
Cuando somos migrantes la letra de esta canción "yo tenía una luz que a mí me alumbraba y venía una brisa y zuass...y me la apagaba", se hace presente en forma constante en nuestras vidas porque una cosa es lo que queremos , aspiramos, tenemos la expectativa de que ocurra, y otra cosa es lo que ocurre; porque no nos movemos como pez en al agua como en nuestro país, en nuestra ciudad, en nuestra urbanización, en nuestra familia, en nuestro trabajo, en nuestras relaciones… a lo venezolano.
Gracias a Dios, y porque tenemos luces y sombras también vivimos con mucha frecuencia solo la primera parte de la canción "yo tenía una luz que a mí me alumbraba… y gracias a ella soy una persona amigable y sociable, que cultiva y cuida amigos y familiares, que es súper entusiasta y aborda con mucho optimismo nuevos proyectos, y que ha podido cultivar nuevas amistades, experiencias y aprendizajes en otros países. Pero también con mucha frecuencia “ ha venido la brisa y zuass… y me la ha apagado”, y he tenido que lidiar con mi tristeza, mi rabia, mi frustración, mi impotencia ante hechos que me parecen injustos o están fuera de mi control o de mi alcance , y hacen que me pongan susceptible, desanimada e incluso irónica y pedante, y ataque a mis seres queridos con comentarios fuertes y molestos.
Pero, de nuevo, pero, así es la vida, “agridulce”, si agridulce como esa salsa roja que siempre trae la comida china que nos gusta tanto. Es difícil en el momento que sucede lo agrio, porque nos sentimos mal, poca cosa, y hasta feos, pero al día siguiente cuando valoramos que tenemos en la vida montones de luces, y que además hacemos esfuerzos por mantenerlas y cuidarlas e incluso buscamos prender algunas nuevas, somos más tolerantes a las que se apagaron y nos enfocamos en algo nuevo, saboreamos de nuevo lo dulce de la vida, e incluso sabe mejor por contraste.
La perseverancia y la tolerancia, en conjunto con la valoración y el disfrute son el cuarteto necesario para seguir cantando alegres "yo tenía una luz que a mí me alumbraba y venía una brisa y zuass...y me la apagaba "reconociendo en nuestras vidas las luces y las sombras que tenemos o transitamos. Cantemos siempre también “gracias a la vida que me ha dado tanto”
María Elena Garassini
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